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miércoles, 10 de enero de 2024

El compañero mendocino Luis Horacio Alaniz nacía hace 81 años.

 



Luis Horacio Alaniz nació el 10 de enero de 1943 en la ciudad de Mendoza. Completó sus estudios secundarios egresando del Liceo Agrícola y Enológico “Domingo F. Sarmiento” de la anteriormente nombrada provincia cuyana. Fue secuestrado por un grupo de sujetos paramilitares y asesinado en Rosario el 19 de febrero de 1976. Contaba 33 años, era psicólogo –recibido en la Facultad de Rosario-. Entró en 1964 se recibió en 1971. Militó en la Juventud Peronista. Inclusive, en la facultad antes citada, fue Auxiliar Docente de Segunda “Ad Honorem” en la Cátedra “Dinámica de Grupos” entre mayo y diciembre de 1971.

martes, 25 de julio de 2023

Hace 78 años Perón le hablaba a los dirigentes obreros.

 



DISCURSO EN LA REUNION DE DIRIGENTES OBREROS REALIZADA CON MOTIVO DE LA INICIACION DE LOS TRIBUNALES DEL TRABAJO 

Juan Domingo Perón [25 de Julio de 1945]



Señores: No ha querido dejar pasar esta oportunidad sin reunirnos en este recinto, por lo menos una vez más, para congratularnos con una nueva conquista de nuestra Secretaría del Trabajo y Previsión, descubrimos como indispensable la creación de un fuero de justicia propia para dilucidar los pleitos originados en las relaciones entre los trabajadores y los empleadores.

Esta necesidad que he puesto en evidencia en numerosas oportunidades, se ha ido refirmando a medida que la Secretaría fue desarrollando su labor durante el año 1944. En varias oportunidades como Secretario de Trabajo y Previsión, prometí a los dirigentes y a los obreros en general, ocuparme de defender ante el Gobierno de la Nación, la necesidad de crear este fuero. Desde hace cuatro meses, esa promesa es ya una realidad teórica, pero desde hoy, la Justicia del Trabajo es una realidad práctica para los trabajadores de la patria.

Se bien lo que esto representa para los trabajadores que, en cumplimiento de sus obligaciones debieron recurrir a la justicia ordinaria para dilucidar las diferencia que normalmente surgían en sus relaciones con los empleadores. Esta justicia, por estar ocupada habitualmente en otras funciones que la sociedad le imponía, no podía dedicar al fuero real de la justicia del trabajo sino limitadísimo tiempo. No diremos que esa justicia no fue buena ni respetable, pero sí que no pudo cumplir con lo que hubiera sido necesario a las masas trabajadoras en la solución de sus propios pleitos. Tantas veces lo he oído decir a los obreros y contar numerosos casos ocurridos, que yo los he sintetizado en uno solo: un obrero despedido de una casa a quien el patrón no le abono ni el despido, ni el salario. Recurrió a la justicia, pleiteo durante dos años; al cabo de ese tiempo había perdido la mitad de su haber y el resto se le liquidaba en momentos en que ya estaba en otra ocupación, cuando ya no le era tan necesario como durante el tiempo de su inactividad. Si la Justicia del Trabajo, no puede hacer que el empleador líquido al obrero el despido en el concepto en que la ley lo ha establecido para cuando el esta cesante, ¿de que le vale el despido? De que vale que se lo paguen dos años después, para que un domingo vaya al hipódromo y en una tarde liquide todo su haber.

Otro de los conceptos que deseo exponer, es la interpretación que hemos pretendido dar a este fuero, distinto de los demás fueros de la justicia ordinaria, en el aspecto de la celeridad que debe tener y la necesidad de que el obrero que no posee medios, esté en las mismas condiciones de defender sus derechos que aquellos que los poseen. Ya lo ha dicho “Martín Fierro”, que la ley es como la telaraña: los bichos chicos se quedan y los grandes, la rompen y pasan.

Nosotros queremos que en la tela de la ley, defendida por el fuero del Trabajo, no haya ni bichos grandes ni bichos chicos que puedan romperla.

Este fuero, cuyos señores camaristas, jueces y secretario nos hacen el honor de tomar este primer contacto con nosotros, debe ser una absoluta garantía para los patrones y para los obreros. El personal que lo compone, comenzando por su presidente, el Dr. Pérez Colman, conocido de todos por su larga vida pública de honradez y de virtudes de ciudadano y de patriota, debe ser el máximo de garantía para todo el que recurra al fuero del Trabajo, en busca de una cabal justicia que todos anhelamos. Los señores camaritas poseen las mismas cualidades, como así los señores jueces. Y es una verdad absoluta que la justicia es como son sus jueces. Con buenos jueces habremos asegurado buena justicia y yo tengo la absoluta persuasión de que todo el personal del fuero del Trabajo, es inmejorable desde el punto de vista intelectual y moral.

Esta conquista de la Secretaría de Trabajo y Previsión, nos impone obligaciones para esa justicia, que es nuestra justicia y la defenderemos por todos los medios para asegurar que el futuro de los conflictos del trabajo esté siempre en manos incontaminadas que den, como siempre deseamos en esta casa, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

Lo más triste que le puede pasar a un país, es que haya muchos hombres que clamen justicia y no la obtengan; cuando esa justicia es clamada por los humildes, el panorama es más triste todavía porque ellos son los que necesitan más de esa justicia. Por eso otra de las afirmaciones nacidas de esta casa, es que consideramos que la justicia social es la justicia más imprescindible sobre la tierra. Y gran margen de esa justicia social esta desde hoy en manos de estos caballeros, camaristas y jueces, y tenemos la absoluta seguridad de que de la ecuanimidad de sus resoluciones dependerá en gran parte la afirmación de esa justicia social y del orden futuro en la masa de los trabajadores.

Este proyecto, transformado afortunadamente hoy en realidad ha sido realizado por personal de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Por ello, agradezco a los señores que han trabajado durante largos meses en la confección del decreto correspondiente y en la reglamentación.

Doctor Stafforini, doctor Martínez Vivot, doctor Brusca y señor Ruffas en nombre de la Secretaría, os agradezco el empeño y la rectitud puesta en la elaboración de este trabajo.

Deseo, antes de terminar, hacer por intermedio de ustedes los obreros, un llamado a la clase trabajadora del país, para que tenga confianza en esta nuestra justicia del trabajo, para que tenga fe en las resoluciones que ella establezca, que serán siempre justicieras y leales, para que cada uno de los trabajadores argentinos sienta en su corazón, como lo siento yo, el deseo de apoyar a nuestros jueces con todas las fuerzas y con toda la colaboración que podamos prestarles para que ellos puedan cumplir de la mejor manera con su difícil misión, convencido que hechos dado un paso trascendental y decisivo para las futuras relaciones del trabajo, convencido de que hemos hecho una obra del bien que va a beneficiar a un sinnúmero de trabajadores argentinos y de patrones argentinos; y convencido también de que las leyes del trabajo desde hoy en adelante no podrán ser violadas ni violentadas por nadie, ya que tenemos por delante la majestad de una justicia que obedecer y la majestad de esa misma justicia que defender con nuestros propios actos.

Y para terminar este sencillo pero tan elocuente acto, quiero pedir a los trabajadores argentinos que recuerden que cuando nuestra justicia del trabajo deba actuar, ellos han de ser los principales colaboradores, no tratando de violar o de engañar a sus propios jueces, formando en la masa de trabajadores argentinos la verdadera conciencia de la ley del trabajo. Las leyes tienen valor cuando se cumplen. Que cada uno se ponga dentro de la ley y cuando crea que ella ha sido violada en su perjuicio, recurra a sus jueces y encontrará el apoyo de la Nación, por intermedio de los representantes de la propia ley. Desgraciadamente en nuestro país, no se cumplen las leyes porque no existe una conciencia legal formada en la población. Yo como Secretario de Trabajo y Previsión, anhelo que en la masa de trabajadores exista una conciencia legal de las leyes del trabajo para que así comencemos nosotros a dar el ejemplo al resto de los argentinos, de cómo se debe cumplir y como debemos cumplir.

Finalmente, agradezcamos a los señores camaristas, a los señores jueces y a los señores secretarios aquí presentes, que hayan querido hacernos el honor de compartir estos breves minutos con nosotros, y prometámosles que en el futuro todos acataremos la ley y seremos firmes defensores de los fallos que a base de esa ley ellos dicten.

JUAN DOMINGO PERÓN

miércoles, 17 de mayo de 2023

Se cumplen 66 años de esta brillante carta de Perón a Cooke.

 



Carta a John W. Cooke 17 de mayo de 1957


Escrito por Juan Domingo Perón. 


Caracas, 17 de mayo de 1957


Señor Dr. D. John W. Cooke, ¡Santiago.


Mi querido amigo:


Contesto su carta del 11 de mayo pasado en la que me incluye el interesante informe sobre la situación argentina que trato de contestar en la forma más adecuada a lo que yo considero el panorama argentino de la actualidad.


Creo que nosotros debemos establecer en primer lugar, con toda claridad, el objetivo que perseguimos. En ese sentido, las Directivas e Instrucciones del C.S.P., han establecido que vamos a la revolución justicialista con todas sus consecuencias. Vale decir que nosotros luchamos por devolver al Pueblo todo lo que se le ha quitado, consolidarlo y extenderlo. No luchamos por soluciones para los dirigentes, ni para entronizar un partido en el poder, como sucede con nuestros enemigos. 


De eso se infiere que, para nosotros, el tiempo no es un factor que interese sino secundariamente. Lo que interesa primordialmente es la misión. Lo haremos cuanto antes podamos, pero sino también lo haremos. En consecuencia, la acción que debemos desarrollar en busca de una decisión no depende sólo de nuestra voluntad sino también de la del enemigo, como asimismo, fundamentalmente, de la situación propicia para lograrlo. Esta situación propicia depende de numerosas circunstancias, entre las cuales está nuestra organización, preparación, grado de resistencia, desgaste de nuestros enemigos, descomposición de la dictadura, caos económico y político, anarquía social, putrefacción de la fuerza que respalda a la dictadura, cansancio del Pueblo, etc., etc.


Es indudable también considerar que la dictadura tiene su plan para asegurar su continuismo mediante las combinaciones políticas y subterfugios de la misma naturaleza, como asimismo sus aliados para influir en nuestra masa peronista a través de los dirigentes que, olvidando su misión, entran en soluciones personales, más que nacionales y populares y que, la masa puede ser influenciada en una dirección contraria a nuestros designios justicialistas por engaño, por cansancio o simplemente porque anhele una solución a sus tremendos males.


Sin embargo, nosotros no podemos ser influenciados' en nuestras decisiones fundamentales por meros hechos políticos circunstanciales, desde que sólo deben interesarnos aquellos que realmente tengan trascendencia histórica, permanencia y que sean dominantes. En ese sentido pueden formarse partidos, pueden llamarse a elecciones, pueden elegirse constitucionales, puede reformarse la Constitución y aun elegirse nuevo Gobierno y ocupar el poder, sin que nosotros tengamos necesidad de cambiar nuestras decisiones iniciales, ni alterar nuestra acción ni nuestros planes. Sea ahora, sea dentro de poco o sea dentro de mucho, nosotros tenemos objetivos que alcanzar y, luchando tesonera y perseverantemente en ellos los hemos de alcanzar, a corto o a largo plazo. Quiero decir que todo lo que se está produciendo en el país, forma parte de un panorama que es interesante conocer y contemplar pero que no debe serlo para que nos sometamos a la voluntad de nuestros enemigos, sino para luchar neutralizando unas, destru- vendo otras y dominando en las demás, para imponer nuestra voluntad, después que hayamos conseguido aniquilar a la dictadura reaccionaria.


De ello fluye que nuestro objetivo inmediato es aniquilar a nuestros enemigos para imponerles luego nuestra voluntad y realizar los objetivos.


Para conseguir ese aniquilamiento hemos decidido ya la organización clandestina, la resistencia y un plan que se ajusta a las necesidades cambiantes de la situación. El tiempo, las ayudas de nuestros enemigos y el ajuste de nuestra preparación, deben hacer el resto.


En situaciones como la nuestra nada ha de ser preconcebido sino la misión que surge de los objetivos fijados. Todo lo demás depende exclusivamente de las circunstancias, no sólo porque la lucha es entre dos voluntades (la nuestra y la de los enemigos), sino también porque es muy difícil prever los hechos cuando intervienen factores imponderables como son, en este caso, las grandes macanas que hacen los del provisariato o las circunstancias nuevas y cambiantes que se desencadenan por la acción del Pueblo o de los que intervienen en todas partes. Establecer preconcebidamente una línea de acción, fijando fechas y circunstancias es marchar a la aventura, porque bien puede darse la circunstancia de coincidir allí las peores condiciones y verse obligado a seguir adelante en una situación tan desfavorable.


Ello impone otro sistema: alcanzar una organización y preparación adecuada para todas las circunstancias y mantener buenos enlaces y comunicaciones, en forma de poder aprovechar el momento oportuno que se presentará quizá cuando menos lo pensemos o, por lo menos, estaremos en condiciones de hacer frente a cualquier situación que se presente, en las mejores condiciones de apresto para proceder.


Es natural que tendremos que enfrentar el apuro de los dirigentes que ya están listos con sus organizaciones y que sienten ansiedad por "largarse", pero es siempre menos importante que tener que soportar después las consecuencias de un fracaso que, en nuestro caso, puede ser definitivo.


Los acontecimientos políticos generales están siendo cada día más favorables y lo serán aún más en el futuro, especialmente si, como se va viendo, el interés de la dictadura por las elecciones permita que el Pueblo comience a desbordarse y a actuar por su cuenta. La demostración está patente en lo que se ha podido observar en los últimos mítines realizados. El acto que realizó el Partido Azul y Blanco, con motivo de la fundación del nuevo partido, constituyó un verdadero ataque al Gobierno, cuyos manifestantes pedían a gritos la renuncia del Presidente. El pueblo ya le ha perdido el temor y sale a la calle sin ningún temor. Por su parte Frondizi, totalmente de frente ataca al Gobierno en forma ostensible y pública. A la terminación del acto realizado en el Luna Park, a fines de abril, se repitió el mismo episodio del de Azul y Blanco. En uno y otro caso la Policía debió utilizar gases para dispersar a los manifestantes. Lo importante de esto es que Frondizi, habla ya totalmente en Peronista y no sólo promete el restablecimiento de todas las conquistas dadas por el peronismo, sino que ha aplaudido públicamente a las mismas, declarando que el peronismo tiene el honor de haberlas otorgado. Esto no me interesa por lo de Frondizi sino por el hecho de que se extiende cada día más la resistencia, dentro de la cual el frondicismo es sólo un hecho más pero, que da lugar a que los peronistas lo aprovechen.


Todo este abigarrado maremagnum de hechos, provocados por las agrupaciones políticas caotizadas, por la resistencia de las agrupaciones clandestinas, por las disenciones internas de los gorilas, por la defección de las fuerzas, por las ambiciones desatadas en los del "gobierno", por los intereses en juego, por las penurias del Pueblo, por la decadencia de los productores, industriales y comerciantes, por el derrotismo imperante, por la prepotencia dictatorial, etc. son todos coadyuvantes que actúan sincronizadamente en nuestro favor. Mientras ellos se descomponen, nosotros nos componemos. Quiere decir que el tiempo todavía trabaja para nosotros. ¿A qué entonces querer reemplazar al tiempo con una aventura? Hay que ayudar al tiempo...Nosotros no podemos considerar que la mala conducta de algunos dirigentes peronistas, como los que han tratado de constituir nuevos partidos o llegar a arreglos con nuestros enemigos, pueda influenciar la posición de la masa, porque sabemos bien que ni el engaño, ni las promesas, ni las simulaciones, harán que esos dirigentes que nunca representaron nada, puedan ahora representar en la traición. Podrán producirse algunas defecciones, podrán aparecer nuevos traidores y tránsfugas, pero la masa estará firme hasta el fin. Una masa adoctrinada y politizada como la nuestra no es de las que ceden a las maniobras políticas ya tan conocidas. A ello se suma que ya no se trata sólo de devolver conquistas obreras, sino que hay un profundo odio que saciar y las masas masacradas y escarnecidas, los dirigentes torturados y encarcelados, las organizaciones destruidas y robadas, los hogares atropellados, los muertos, etc. no se arreglan ya con devolver conquistas. El Pueblo quiere sentir "tronar el escarmiento" y nada se arreglará hasta que esto no se haya producido.


El estado insurreccional de nuestra gente es excelente y espiritualmente está todo listo. Nos falta la organización y preparación indispensable para poner en potencia esa preparación que es muy importante, pero que no es todo. Necesitamos armas, explosivos, comunicaciones, enlaces y una organización que represente la posibilidad de llegar oportunamente con las órdenes. Mucho de esto está realizado pero falta mucho en otras partes y nosotros si queremos cumplir la misión que nos hemos impuesto, es menester que se haga todo en todas partes. Para ello debemos alcanzar un grado de preparación adecuado a las necesidades. El día que paralicemos al país será necesario contar con los medios para hacer frente a la dictadura tan pronto ésta se decida por reprimir y esto no se hace con palabras. Está bien que podremos contar con algunas fuerzas militares y de policía pero, para nuestros planes tenemos que contar sólo con lo que sea seguro y no aleatorio.


Es posible desde ahora que contemos con fondos para la compra de armas en todas las fronteras y hay que comenzar a ver las posibilidades de obtenerlas, transportarlas y distribuirlas. Los fondos los proveeremos en cada caso. Todo esto requiere tiempo y si ese tiempo está a nuestro favor ¿qué inconveniente puede haber de que lo utilicemos? Creo que eso es lo que tenemos ahora que hacer.


Muchos de nuestra misma gente piensan que es necesario presentar una gran batalla a la tiranía que, disponiendo de una fuerza considerable, no puede ser batida en esas condiciones. Nosotros no tenemos presentar esa batalla con que sueña la dictadura porque allí ella sería más fuerte y nos llevaría al campo que le conviene. Nosotros debemos, en cambio, batirla mediante millones de pequeños combates en todas partes para que, a pesar de su fuerza, sea impotente para concurrir. Esa es la razón de ser de la resistencia y ese es el camino para aniquilar a la dictadura sin que ésta pueda en manera alguna defenderse. Lanzarse a una acción decisiva de conjunto en un solo lugar es un caso más de golpismo y exponernos a perder en un solo acto todo lo que hemos ganado en un año y ocho meses de trabajo y sufrimiento.


Sobre su nombramiento he comunicado a todos los Comandos la consigna de reconocer ese nombramiento y lo reiteraré en forma que no quede la menor duda. Usted debe seguir difundiéndolo en la medida de sus posibilidades. Es necesario llegar al interior de nuestro país con esa información a los fines de una mayor comprensión y acatamiento.


Muy interesante la información de la organización. Yo también tengo una amplia información al respecto. Sé que Córdoba y Rosario están llenos de apuro y decisión. El Norte creo qué anda también muy bien, lo mismo que el sur. Indudablemente que faltan cuestiones fundamentales y también lo último que siempre se hace en las organizaciones: los enlaces y comunicaciones, aquí muy importante porque la gente nuestra espera que la orden de actuar provenga de mí. Ya encontraremos la forma de que esto se pueda hacer de la mejor manera y con la mayor rapidez y seguridad.


Nadie está autorizado por mí para desarrollar ninguna acción en la dirección de conjunto, como no sea usted, que lo tiene por escrito y ampliamente. Tampoco es necesario porque la gente no les lleva el apunte y desconfían de todo y de todos.


Con referencia a las elecciones de Constituyentes, nosotros debemos de hacer allí un acto más de resistencia, tratando de que no se realicen o, en su defecto, haciendo cualquier cosa para que no sirvan de nada, como sería votar en blanco, no votar, meter bochinche, perturbar, sabotear, boicotear, y mil formas más de hacer la resistencia. Hay que dar la misión e indicar lo que interesa que se haga, ya los grasas se encargarán de hacerlo de la mejor manera. Nosotros, muchas veces por preverlo todo matamos un poco la iniciativa de nuestra gente que, a menudo, suele ser mejor que la nuestra... Si las boletas son confeccionadas de manera distinta será cuestión de inventar la manera de burlarlas. Hay que decir a la gente que su voto no debe valer, que no voten o busquen la manera de anularlo escribiendo "ASESINOS" o lo que se les ocurra o simplemente limpiándose antes algo y dedicándoselo todo a los gorilas.


Muy de acuerdo con las publicaciones de que me habla. Autorizado a hacer lo que quiera con ellas: corregir, cambiar, etc. Muy interesante los demás detalles que me comunica y con los que estoy ampliamente de acuerdo.


Referente al asunto de que me habla el emisario, estoy completamente en claro. Yo soy como el loro del italiano: non parlo na me fico... El amigo le informará a usted también verbalmente lo que le transmití. Conozco mucho más de lo que usted imagina pero es menester andar con prudencia porque necesitamos algo que ellos tienen y que largarán sin lugar a dudas por las buenas o por las malas. Yo tengo aquí todo armado. Por eso conviene acordarse que éste es un juego de vivos y que en esa clase de juegos gana sólo el que consigue pasar por zonzo sin serlo.


El amigo Ghizzardi sabe que usted tiene el encargo mío, lo que le he ratificado por carta, pero conociéndolo bien, le aconsejo que lo trate con gran prudencia porque es un excelente compañero pero un poco cosquilloso. Dándole su lugar y tratándolo bien se puede sacar de él todo lo que se quiera, en cambio, si uno lo quiere atropellar, todo se descompagina a su alrededor. Es muy útil y usted lo puede dirigir en lo general respetándolo como jefe del Comando de Exilados de Chile y todo andará bien. Me parece excelente lo de acercar a la gente pero aún en esto hay que tener cuidado con Ghizzardi porque él está trabajando desde hace más de un año, mientras los otros charlan y escriben cartitas y no hacen nada. Allí hay gente que ha trabajado y que, como Astorgano, Bertolini, Barrena, y otros cuyos nombres no recuerdo ahora, pueden ser buenos colaboradores y que Ghizzardi conoce. Es claro que es menester mantener una cierta prudencia por las indiscreciones, tan comunes en nuestra gente y que ponen en grave peligro a muchos que terminan por llamarse a silencio a consecuencia de los peligros a que se los expone.


No hay que olvidar que las organizaciones obreras peronistas son las que han mantenido mejor la línea intransigente si bien algunos dirigentes han defeccionado. Por eso es necesario tener muy en cuenta a esas organizaciones hoy encuadradas por nuevos dirigentes jóvenes, surgidos de abajo y deseosos de reivindicar las traiciones de los otros. Es conveniente pensar también que los obreros tienen siempre cierta desconfianza a los políticos, aunque sean peronistas, razón por la cual hay que darle la intervención que merecen y colocarlos en el plano que sus actividades les señalan en la misma situación de los demás. Una desconsideración de cualquier orden porque no hablan bien o dicen algo inconveniente suele ser motivo de alejamiento de hombres que no saben hablar pero que en el momento de hacer son irreemplazables. En fin hay numerosas cosas que contemplar y arreglar dentro de las frondosa organización que esperamos alcanzar rápidamente si, como imagino, nos dedicamos a conseguirlo efectivamente.


Aunque la tarea es extraordinariamente grande y el tiempo corto, todo puede alcanzarse si descentralizamos bien las cosas y conseguimos hacer llegar oportunas directivas a todos los comandos en que se articula la organización. Este mes de mayo y los subsiguientes deben ser aprovechados para intensificar y extender la organización y la resistencia. Ha llegado el momento en que debe hacerse la guerra sin cuartel y sin descanso a la dictadura, haciendo que todos, en todo momento y lugar se empeñen en producir actos contrarios y que lesionen al "gobierno" en cualquier forma, sin que ningún peronista quede excluido de la obligación de combatir por sus medios y en la medida de sus posibilidades, aunque sea protestando y murmurando. Si todos nos dedicáramos a eso yo estoy seguro que la dictadura no aguantaría ni dos meses. El sabotaje, el boicot a las compras y al consumo, el derroche de agua, las destrucciones de líneas telefónicas y telegráficas, las perturbaciones de todo orden, las huelgas, los paros, las protestas tumultuosas, los panfletos, los rumores de todo tipo, la baja producción y el desgano, la desobediencia civil, la violación de las leyes y decretos, el no pagó de los impuestos, el sabotaje en la administración pública, solapada e incidiosa, etc. son recursos que, bien ejecutados pueden arrojar en pocos días a cualquier gobierno.


Yo creo que la eficacia de los pequeños medios es temible, si se la realiza en conjunto. Por ejemplo ahora vienen las elecciones, pues nada hay más aparente para violar las leyes y provocar un sabotaje general a esas elecciones en forma de que no se puedan realizar aunque la dictadura se empeñe en ello, saboteando los padrones, rompiendo todo lo que se refiera a esas elecciones, quemando lo que se pueda, etc. Estudiando esto se puede organizar un sabotaje inteligente y dar al traste con las elecciones de marras. Esto sólo a título de ejemplo y referente a esto, como puede serlo en cada una de las cosas que la tiranía ordene. Creo que la resistencia no ha sido bien llevada porque la gente se ve más atraída por las bombas y los incendios, que son efectivos, si no se olvidan las otras cosas quizá pequeñas, pero que ejecutadas en millones de partes resultan mayores y más efectivas que hacer volar un puente o incendiar una fábrica.


Sobre la paralización no creo que haya dificultades si la situación es propicia y se prepara minuciosamente mediante una organización adecuada. De lo contrario no será posible. Los que creen que es posible paralizar al país porque mucha gente es opositora al "gobierno" se equivocan. Paralizar todos los gremios implica una tarea larga, difícil y que impone medidas muy inteligentes y apropiadas. Si la paralización no es total no tiene efectos decisivos porque el "gobierno" aguanta y luego mediante la presión puede ir metiendo la gente de prepotencia. Si no es decidida y enérgica, además vigilada por pelotones especiales para sancionar efectiva y duramente a los rompehuelgas, comenzarán paulatinamente a volver al trabajo los cobardes primero y los débiles después con el pretexto de los anteriores y todo se desmoronará en pocos días y el fracaso será la derrota nuestra y el fortalecimiento del "gobierno". Por eso es un arma de dos filos que, para fracasar, es mejor no hacerlo. Por otra parte una paralización debe ser hecha en forma instantánea que sería lo mejor pero, si ello no es posible hay que asegurarse porque el paro progresivo es más difícil para integrar y mantener. Como vé esto no se puede largar a la "buena ventura" sino que es necesario asegurarlo y muy bien, por los peligros que entraña. No hay que olvidar que el 17 de octubre de 1945, cuando todos los gremios declararon la huelga general, la Unión Ferroviaria, que era la más fundamental, votó en contra de la paralización y no fue a la huelga. Un paro sin los transportes, la luz y fuerza, el agua, la comida, no es un paro aunque todos los demás no trabajen. En el caso nuestro es menester hacer parar a todos los patrones y en lo posible los bancos, el campo, etc.


Todo eso debe ser estudiado sin confiarlo a la improvisación y resuelto antes de que el paro se produzca, porque lo que se deje para después, hay que contar con que no se realiza.


Aparte de todos estos problemas hay que tener en cuenta la posibilidad de que algunas fuerzas se plieguen a nuestro movimiento y asegurar desde antes la participación de las fuerzas militares y policiales que nos puedan ser afectas. Su participación ha de ser preferentemente pasiva, es decir no luchar ni en favor ni en contra, que es la mayor participación que se puede conseguir. Sería un terrible error basar, como sucedió en el 9 de junio, las acciones en aleatorios éxitos de fuerzas militares que saldrían a luchar en el momento del alzamiento. Esas acciones militares no se han producido sino rara vez y casi todas las veces que esto ha sucedido no han tenido éxito sino a base de la defección de las fuerzas adversarias. Por eso nosotros debemos confiar sólo en las fuerzas populares; si en contra de lo previsto las fuerzas militares ayudan tanto mejor, serán el reaseguro necesario para la seguridad de las operaciones. Como no se trata, como digo antes de una batalla, sino de millones de pequeños combates librados en todas partes, como para que la fuerza no pueda atenderlos a todos, nuestras fuerzas militares y policiales deben conformarse con neutralizar a las contrarias y la mejor manera de neutralizar es no haciendo nada y amenzando todo.


Yo tengo a este respecto ideas muy claras pero deseo presentarlas el día que nos reunamos para tener la seguridad de que no me equivoco al respecto, porque en las actuales circunstancias uno está lejos de los acontecimientos y bien puede ser que se equivoque. Por otra parte la información, con ser buena, no es completa y aunque mi interés por todo me ha hecho vivir la situación permanentemente, bien pudiera ser que algunas cosas me indujeran a perder el sentido objetivo que es lo único positivo de toda información.


Si los compañeros traen a esa reunión buena información estaremos en condiciones de discutir a fondo y quedar en claro. Es demasiado grande la responsabilidad de largar el ataque, como para que no tomemos todos los recaudos para evitar las consecuencias que pueda tener.


Creo que cada día que pasa la situación es más favorable, sin desconocer que también puede ser desfavorable una espera demasiado prolongada por los efectos que ésta pueda producir en el ánimo de nuestra gente que desenvuelve su acción en un medio de incertidumbre a la que nosotros no estamos sometidos. Pero esto puede evitarse si conseguimos de alguna manera llegar a ellos y tranquilizarlos con la verdad de los hechos y las previsiones que tenemos. Por eso la información hacia el interior de nuestro país debe ser muy preferente, no sólo para destruir esa incertidumbre sino también para neutralizar la acción que la dictadura desarrolla para producirla y aumentarla en nuestra gente. Todo es cuestión de medidas que nosotros debemos tomar, para lo cual debe hacerse que todos trabajen en forma eficaz.


Ahora, los Comandos Limítrofes con algunos medios que podremos darle, creo que podrán ser más eficaces que antes que todo debieron hacerlo "a pulmón", en medio de sus propias necesidades. La gente dice que está lista pero a renglón seguido pide armas. Como no hemos hasta ahora dispuesto de medios para comprarlas hemos diferido este asunto a la espera de que ellos mismos se las procuraran pero, naturalmente, esto ha sido en una medida insuficiente en casi todas partes. Esperamos que ahora, con algunas medidas que hemos tomado podamos proveerles de algunas armas y explosivos indispensables. Todo hemos de ir resolviendo poco a poco.


Creo haber sido más extenso de lo que me propuse pero prefiero abundar que quedarme corto en lo que pienso.


Un gran abrazo.


P. 5

jueves, 23 de marzo de 2023

Se cumplen 60 años de esta carta de Juan Perón a José María del Carril.

 



Carta Sr. José María del Carril 23 de marzo de 1963. 


Escrito por Juan Domingo Perón. 


Madrid, 23 de marzo de 1963.


Al Sr. José María del Carril


Buenos Aires


Mi querido amigo:


Contesto su amable carta del 4 de febrero ppdo., que recién recibo y le agradezco su recuerdo y su saludo que retribuyo con mi mayor afecto en mi nombre y en el de Isabelita.


No debe Usted preocuparse demasiado por lo que está pasando allí. Los mandos militares están sometidos a dos presiones: la de la llamada "defensa continental" (llámese Pentágono) y la opinión pública interna. La primera hace imposible gobernar a la República y sin la segunda no se la puede gobernar. Así andan de desatino en desatino, pues "el retorno a la democracia por la vía electoral", que les exigen desde el extranjero para darles armas y empréstitos, se traducirá en los hechos, de permitir la libre expresión de la voluntad popular, en un Gobierno peronista.


La dialéctica del proceso histórico los desconcierta, los desespera y los llevaría a una dictadura militar si no estuvieran tan descompuestos y no supieran que, aún en el Gobierno, no tendrían solución.


Debemos reconocer que los asesores internos son tan funestos para los mandos militares como los expertos yanquis. Con cortinas de humo pretenden borrar la realidad. Sus consejeros militares, políticos y económicos norteamericanos les piden algo irrealizable, quieren que conviertan la mayoría en minoría y viceversa; es decir, que inventen una democracia con los escuálidos cuadros gorilas, semigorilas y filogorilas, pero sudadas esas tres categorías sólo podrían sacar un escaño municipal.


Así se explica que hayan fraguado un gigantesco sistema  Vetos y exclusiones con el propósito no de desterrar un partido o un hombre, sino a la opinión pública nacional.


Nada de todo eso les valdrá. Ellos están perdidos y, como dice Fierro "después que uno está perdido, no lo salvan ni los santos". Todo es cuestión de tiempo.


Muchas gracias por todo. Me encarga Isabelita que, con su agradecimiento, le haga llegar su más afectuoso recuerdo.


Si viene a España, lo esperamos en Madrid.


Un gran abrazo.


Firmado: Juan Perón.


P.S. La portadora de la presente: la Señora Esther Méndez es una gran amiga nuestra.

viernes, 15 de octubre de 2021

Se cumplen 50 años de esta carta de Perón al Doctor Ventura Mayoral: "Muchos de nuestros muchachos han caído y para ellos debe ser nuestro recuerdo y homenaje"

 


Carta al Dr. Mayoral 15 de octubre de 1971


Escrito por Juan Domingo Perón. 


ENCARGO AL DOCTOR VENTURA MAYORAL


Madrid, 15 de octubre de 1971.


Mis queridos compañeros:


Junto con esta carta, encargo al compañero Ventura Mayoral para que los visite y haga conocer su contenido a todos los compañeros peronistas que sufren detención o prisión política, víctimas de la represión dictatorial.En los difíciles momentos que vive nuestra Patria, tales detenciones y prisiones son un timbre de honor para los que la sufren en defensa de los atropellados defechos del Pueblo Argentino, porque si las causas nobles honran al ciudadano, éste también ennoblece a las causas con su esfuerzo y su sacrificio. Por eso, al hacerles llegar, junto con mis saludos más afectuosos, mi solidaridad peronista, les exhorto a mantener firme el espíritu de lucha. Nosotros no descansaremos hasta liberarles.


Muchos de nuestros muchachos han caído y para ellos debe ser nuestro recuerdo y homenaje que seguiremos rindiendo hasta el triunfo final, cuando rendiremos el verdadero homenaje que los héroes merecen. Hasta entonces vivirán en nuestra memoria. Merecen también nuestro reconocimiento y homenaje los que, al servicio de la causa que nos congrega, han sido y son víctimas de la represión dictatorial como sucede con los presos detenidos por buenos argentinos. El objeto de esta carta es el de hacerles llegar mi reconocimiento y encomio como Jefe del Movimiento Peronista, que ve con dolor los atropellos y arbitrariedades que se cometen a diario, por una dictadura militar desorbitada, que ha desbordado todos los límites de la brutalidad.


La historia de las luchas por la liberación está llena de estos ejemplos, donde la prepotencia atropella sin piedad; pero también está llena de triunfos de la verdad y la virtud ciudadana. Ustedes con el sacrificio son los que hacen posible estos triunfos. Por eso quiero rendirles el homenaje que merecen y hacerles llegar mi saludo y encomio.


Les ruego transmitir un saludo para todos los compañeros y que acepten con mi saludo, mis mejores deseos por una pronta restauración de la libertad que merecen y por la que nosotros hemos de luchar hasta obtenerla.


Un gran abrazo.


Firmado: Juan Perón.


sábado, 4 de enero de 2020

Decía Juan Perón...



Cómo voy a creer que el pueblo argentino pueda desear volver al fraude, a los caudillos, a la olla popular, a Villa Desocupación, a una comida al día, a la miseria, a la humillación, a la injusticia social, al colonialismo ecónomico, al sojuzgamiento de la soberanía.
Habla Juan Domingo Perón. De una charla radiofónica. Noviembre 3 de 1951.-

miércoles, 23 de octubre de 2019

Se cumplen 160 años de la primera Batalla de Cepeda




La Batalla de Cepeda del 23 de octubre de 1859, ocurrió durante las guerras civiles argentinas y fue la segunda de las dos llevadas a cabo en la cañada del bonaerense arroyo Cepeda (afluente del Arroyo del Medio que divide las provincias de Buenos Aires y Santa Fe), a 45 km al suroeste de la ciudad de San Nicolás de los Arroyos (norte de la provincia de Buenos Aires).

Se enfrentaron fuerzas del Estado de Buenos Aires, separada del resto del país, y de la Confederación Argentina, genéricamente identificada con el partido federal.

La otra batalla de Cepeda (del 1 de febrero de 1820) había iniciado la época de la disgregación argentina y de la preeminencia de los caudillos.

El ejército porteño fue derrotado y tras varias negociaciones, se llegó a una transacción a través del Pacto de San José de Flores, que reincorporaba la provincia de Buenos Aires a la República Argentina.


Causas

La batalla de Caseros, en 1852, había clausurado la época de las autonomías provinciales en la Argentina, pero no los enfrentamientos entre la provincia de Buenos Aires y la reorganizada Confederación Argentina. El grupo dirigente de Buenos Aires, formado por antiguos unitarios y rosistas, se negó a organizar el país a través de una Constitución federal en pie de igualdad con las demás provincias. De modo que se separaron del resto del país, estableciendo lo que se conoce como Estado de Buenos Aires. Este no participó en la sanción de la Constitución Argentina de 1853, ni la aceptó, ni tampoco se consideró incorporado a la Confederación Argentina.

Durante la presidencia de Justo José de Urquiza el vencedor de Caseros el país quedó dividido en dos. Hubo varios intentos de invasión sobre la provincia rebelde, pero Urquiza mantuvo una política de conciliación, intentando convencer a los porteños de negociar su incorporación. Pero los sucesivos gobiernos porteños se negaron por completo. Tampoco resultó el intento de apoyar a un candidato a gobernador que estuviera dispuesto a negociar, porque el apoyo de los intereses económicos al grupo gobernante y la violencia en las elecciones aseguraron la victoria del más encarnizado de los representantes del recién conformado "Partido de la Libertad" —Valentín Alsina— que asumió el gobierno provincial en mayo de 1857.

La Confederación, además, tenía serios problemas económicos que no lograba resolver; el comercio exterior seguía pasando casi exclusivamente por la aduana de Buenos Aires, que era por mucho la mayor fuente de ingresos fiscales del país. De modo que no podía sostener esa situación por mucho tiempo más. El enfrentamiento era tanto por posiciones ideológicas, pero sobre todo por el predominio político y económico, y el derecho a imponer su política económica a la otra parte.

Nazario Benavídez (San Juan, 1805-1858) fue un militar y caudillo argentino, aliado de Juan Manuel de Rosas y Justo José de Urquiza, participó de las luchas entre unitarios y federales. Su asesinato fue uno de los desencadenantes de la batalla de Cepeda (1859).

Se inicia la guerra

El asesinato del ex gobernador de la provincia de San Juan, Nazario Benavídez por un gobierno liberal afín al de Buenos Aires inauguró la escalada hacia el enfrentamiento armado. La provincia fue intervenida por el gobierno nacional; el gobierno y la opinión pública porteña lo tomaron como una ofensa.

El curso de los acontecimientos motivó que el Congreso de la Confederación dictase, el 1 de abril de 1859, una ley por la cual Urquiza debía reincorporar en forma pacífica la provincia disidente, pero si esto no era posible ordenaba emplear las armas a la brevedad. El 6 de mayo de 1859, una ley autorizaba al presidente a usar la fuerza para obligar a Buenos Aires a reincorporarse.

El gobierno de Buenos Aires interpretó esta ley como una formal declaración de la guerra y en el mes de mayo, la Legislatura porteña dispuso repeler con sus tropas cualquier agresión: el jefe del ejército porteño, coronel Bartolomé Mitre, recibió orden de invadir la provincia de Santa Fe, mientras los buques de guerra porteños bloqueaban el puerto de Paraná, la capital de la Confederación.

Ante la inminencia del conflicto, Estados Unidos, Inglaterra, Brasil y Paraguay trataron de interceder amistosamente. Pero ni Alsina ni Mitre aceptaban nada excepto la renuncia de Urquiza, o la guerra. El propio Urquiza, que desde 1852 había intentado negociar siempre, estaba ahora particularmente furioso por el asesinato de Benavídez y por la apología del crimen que habían cometido varios periódicos porteños.

A mediados de octubre, el general Tomás Guido, comandante de la escuadra nacional, ordenó a la misma forzar el paso de la isla Martín García. Tras un breve combate naval, la escuadra federal apareció frente a Buenos Aires; la guerra había comenzado.

La batalla

El ejército de la Confederación incluía 14 000 hombres, de los cuales 10 000 de caballería y 3000 de infantería; estaba artillado con 35 cañones y obuses. Incluía, además, fuertes divisiones de ranqueles de los caciques Cristo y Coliqueo. En sus filas figuraban los generales Juan Esteban Pedernera, Hilario Lagos, Juan Pablo López, Manuel Basavilbaso, Manuel Antonio Urdinarrain, y Miguel Galarza.

El ejército de Buenos Aires reunía 9.000 hombres, de los cuales, 4.700 infantes y 4.000 jinetes, con 24 piezas de artillería. En sus filas formaban los generales Wenceslao Paunero, Venancio Flores al frente de una división cuyos oficiales eran uruguayos, y que se haría tristemente célebre en la siguiente década (véase Matanza de Cañada de Gómez y Matanza de Paysandú) y Manuel Hornos. Con ellos iban los coroneles Ignacio Rivas, Julio de Vedia, Benito Nazar, Emilio Conesa, Adolfo Alsina y Emilio Mitre.

Las fuerzas porteñas estaban muy disminuidas por el alto número de hombres que debían proteger la frontera de su provincia de las invasiones de los indios. De hecho, estos mismos indios, como Juan Calfucurá, eran aliados de Urquiza y sus incursiones formaban parte de la estrategia de este.

Las fuerzas de Mitre se apoyaban en el puerto de San Nicolás de los Arroyos, y las de Urquiza en el de Rosario.

El 22 de octubre de 1859, las avanzadas de ambos ejércitos chocaron en la cañada del arroyo Cepeda (que desemboca en el Arroyo del Medio del lado bonaerense), a unos 5 km al este del actual pueblo de Mariano Benítez, y a 25 km al norte de la villa de Pergamino. No hubo resultados decisivos.

Al día siguiente, los ejércitos estaban frente a frente y Urquiza arengó a sus tropas:

He querido evitar la sangre y he procurado la paz. El gobierno de Buenos Aires se empeña en provocarnos con un ejército que no puede resistirnos. Pues bien, conquistemos por la acción de las armas una paz duradera.

A media tarde se inició la batalla. Mitre intentó decidirla por la infantería, colocando la caballería a la retaguardia. En los primeros momentos, los porteños lograron detener el avance de la infantería nacional, pero enseguida Urquiza desplegó su experimentada caballería en dos alas, rodeó la formación porteña y atacó a su caballería. Simultáneamente, parte de la infantería federal logró destruir tres batallones porteños, formados por tropas bisoñas.

En el momento en que se ponía el sol, Mitre intentó girar un cuarto de vuelta su formación, desorganizándola. Ambos generales sabían que la batalla estaba ganada para la Confederación; en cuanto los federales dejaron de disparar sus cañones, reinó de pronto el silencio. Mitre lo hizo tapar con el Himno nacional argentino y otras piezas de música, mientras pasaba revista a sus tropas en la oscuridad. No necesitó mucho para saber que le quedaban muy pocas municiones.

Del bando porteño 100 hombres perdieron la vida, otros 90 heridos y 2000 prisioneros, entre los cuales 21 eran oficiales. Se perdieron también 20 cañones. Entre los nacionales se contaron 300 muertos (24 de ellos oficiales).

Después de la batalla

Mitre inició entonces la retirada en medio de la noche, sin detenerse para dar de comer ni de beber a sus hombres. Al centro ubicó a los heridos y los pocos jinetes que no se habían dispersado, y a los costados los infantes; del lado exterior estaban los que llevaban sus armas sanas y cargadas.

Los federales tirotearon a los porteños, pero los tiradores de Mitre contestaron el fuego y la marcha prosiguió. A la una y media de la tarde del 25, los 2.000 hombres que quedaban del ejército porteño entraban en San Nicolás.

Así, dos días después de la batalla, embarcados en los buques de su armada al mando de Antonio Susini, los porteños iniciaron la retirada hacia Buenos Aires; apenas salidos del puerto de San Nicolás fueron interceptados por la flota federal comandada por Luis Cabassa, pero tras un breve combate una oportuna tormenta los salvó. Al llegar a la ciudad, Mitre anunció pomposamente que llegaba con sus «legiones intactas», lo cual era sencillamente falso.

Los indios aliados de Urquiza presionaron sobre las fronteras, y efímeramente lograron controlar algunos pueblos importantes, pero en definitiva fueron derrotados.

Urquiza, en cambio, avanzó rápidamente sobre la ciudad, lanzando proclamas pacifistas:

Vengo a arrebatar el poder a un círculo que lo ejerce en su provecho para devolverlo al pueblo, que lo usará para su prosperidad. Al fin de mi carrera política, mi única ambición es contemplar desde el hogar tranquilo, una y feliz, la República Argentina, que me cuesta largos años de crudas fatigas… Vengo a ofreceros una paz duradera bajo la bandera de nuestros mayores, bajo una ley común, protectora y hermosa.

Hubiera podido entrar a Buenos Aires por la fuerza, pero acampó en las afueras, en el pueblo de San José de Flores. Desde allí presionó al gobernador Alsina; algunos de su partido creyeron ver que Urquiza estaba dispuesto a todo a cambio de la paz, siempre y cuando Buenos Aires se reincorporara a la Confederación. Alsina decidió no aceptar ninguna negociación, pero sus aliados lo dejaron solo y debió renunciar.

Tras la mediación del hijo de presidente paraguayo y futuro presidente también Francisco Solano López, finalmente se firmó el Pacto de San José de Flores o de Unión Nacional.

Consecuencias

La batalla y el Pacto reincorporaron de derecho la provincia de Buenos Aires a la República Argentina.

El medio negociado fue la revisión de la Constitución por una convención porteña. Redactadas hábilmente en tono moderado, fueron rápidamente aceptadas por la Convención Nacional. En la práctica, la reforma garantizaba a Buenos Aires la continuidad de las rentas de su aduana por seis años, y cierto control económico sobre el resto del país. Además, algunas de sus instituciones, como el Banco de la Provincia de Buenos Aires, quedaban perpetuamente libres de impuestos nacionales.

Muchos observadores notaron que los porteños no cedían mucho, y pensaron que iban a buscar cualquier excusa para no reincorporarse a la República, a menos que se pudieran asegurar el control real sobre todo el país. No faltaban quienes estaban indignados con Urquiza, que, según Ricardo López Jordán, «había llegado a Buenos Aires como vencedor, y negociado como derrotado».

Eso fue lo que ocurrió: los porteños se aseguraron una serie de alianzas con algunos gobernadores del interior, intrigaron entre Urquiza y su sucesor Santiago Derqui, se fortalecieron económica y militarmente, y finalmente rechazaron su incorporación al resto del país con excusas. Eso llevaría a la batalla de Pavón (17 de septiembre de 1861).

En Pavón volvieron a enfrentarse Urquiza y Mitre; en cierto sentido, volvió a triunfar el ejército federal, pero este se retiró posiblemente tras el pago de un soborno, aunque otras versiones afirman que al ser ambos masones, Mitre era de un grado superior al de Urquiza y por esto el entrerriano le debía obediencia y entregar la batalla dejándole la victoria y el control de todo el país a Mitre. Este impuso su dominación por medios violentos y se hizo elegir presidente en 1862.

Cepeda fue una gran victoria del partido federal, pero terminó siendo apenas un episodio más en el camino hacia la victoria definitiva del predominio de los liberales porteños. Serían éstos quienes reorganizarían el país a partir de 1861, imponiendo un sistema político sólo legalmente federal y muy poco democrático, un sistema económico centrado en las exportaciones agropecuarias, y un sistema cultural de imitación de todo lo que fuera europeo.

Evita

Evita Perón nació en el año 1919 en un pequeño pueblo de la pampa Argentina denominado Los Toldos, nombre que hace referencia al tipo de vivienda-las tolderías-, que utilizaban los indios que habitaron originariamente la zona.Dicen, los que saben, que el paisaje infinito de la pampa infunde en el ánimo de quien lo vive un sentido indómito de libertad y coraje, que no hay escuela que lo reemplace. Drieu la Rochelle, ese observador privilegiado,la definió como "un vértigo horizontal", y Ortega y Gasset como "promesa que promete".Este fue el genius loci en donde cayó Evita a la existencia.
Fue anotada y bautizada bajo el nombre de María Eva Duarte, hija de Juana Ibarguren Núñez y de su pareja Juan Duarte, quien nunca legitimó la relación. Juan Duarte, hacendado y concubino de Juana Ibarguren, muere en 1925 dejando a ésta y a sus cinco pequeños hijos -la menor Evita-en el desamparo más absoluto.No obstante ello, Juana con su máquina de coser, trabajando día y noche y guardando la dignidad, logra mantenerlos y educarlos.Evita comienza a manifestar su vocación artística y viaja a Buenos Aires, la gran ciudad cosmopolita, en donde se instala a partir de l934.Trabaja asiduamente en la radio e interviene en algunas películas.Diez años después, a causa del terremoto que asoló la provincia de San Juan,pegada a la cordillera de Los Andes,establece relaciones de noviazgo con el entonces coronel Juan Perón, con quien se casa en diciembre de 1945.Trabajó infatigablemente junto a él hasta su temprana muerte en 1952.
Hasta aquí los hechos más o menos puntuales de una biografía lineal para que el lector ubique cronológicamente a Eva Perón.Pero lo digno de destacar es su obra y su acción política y social.
Evita representó antes que nada el carácter argentino, heredaro seguramente de la visión de su pampa originaria que como el del gaucho es "indómito y soberbio".No se ató a los formales convencionalismos.Dañó los intereses privilegiados y benefició a los más humildes.Tuvo, como se dice hoy, "una opción preferencial por los pobres" y toda su gestión se dirigió en ese sentido.Pero nunca hizo "clasismo", ni al estilo demócrata cristiano ni al modo marxista. Ella fue simplemente peronista. No anduvo con medias tintas. No fue una mujer light como las que hoy día tienen poder al estilo de Hilary Clinton, sino una mujer dura, pesada.Que rigoreó a sus enemigos y protegió a sus "grasitas descamisados".Al respecto vale la pena recordar una anécdota:Desde el automóvil que la conduce a una recepción de gala, Evita ve una anciana llorando en la puerta de un Banco. Baja, entra con ella y pregunta: "Señores, ¿Quién de ustedes fue el hijo de puta que le dijo a esta señora `vuelva mañana`?".
Estaba convencida que el proyecto político de su esposo, el general Perón, de una "Argentina socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana" era posible y por su instauración luchó hasta el fin.
Fue Evita la que con tesón logró que la mujer argentina fuera la primera que votara en nuestra América. El voto femenino es un logro suyo casi exclusivo.Pero, y esto vale la pena destacarlo, ella no fue feminista.Lejos estuvo de la exaltación de la diferencia sexual a que nos tienen acostumbrados las feministas de hoy. Ella fue una mujer hecha y derecha, enamorada de su esposo, volcada hacia los más desprotegidos y amante de su patria.Su temprana muerte a los treinta y tres años, acaecida en pleno cambio de las estructuras sociales de la vieja sociedad conservadora, la transformaron lentamente en un mito fundador de los argentinos, lo mismo que Juana de Arco para los franceses. Incluso, siempre se ha hablado del gran secreto de Evita, y el padre Hernán Benitez, su confesor, ha afirmado muchas veces que "Ella caminaba en el sendero de Dios".Así pues, como dice el agudo pensador español Javier Esparza:"Que una golfa del show bussiness, y además gringa, encarne a Evita es, simplemente, un sacrilegio".
En manos del lector aparece en texto La Razón de mi vida
único que Evita redactara. Escrito entre los años 1949 y 1951 y cuyos cuadernos acaba de encontrar en España el investigar Jorge González Crespo desmintiendo así la versión "gorila=antiperonista" que afirmaba que el libro había sido redactado por un escriba a sueldo.
El texto está centrado en Perón y el apoyo a su proyecto político, económico y social. Y alrededor de él giran tres grandes categorías: los trabajadores, los humildes y las mujeres.Todo ello en vistas al logro de la "justicia social".Y esto lo hace notar expresamente Evita cuando, al comienzo mismo afirma:"Creo que así como algunas personas tienen una especial disposición del espíritu para sentir la belleza, más intensamente que los demás, y son por eso poetas o pintores o músicos, yo tengo, y he nacido con una particular disposición del espíritu que me hace sentir la injusticia de manera especial, con una rara y dolorosa intensidad".
Alberto Buela

VIDA DEL GENERAL JUAN DOMINGO PERÓN

El General Juan Domingo Perón fue electo Presidente de la República Argentina en 1946, 1951 y 1973. En todos los casos llegó a tan alto cargo por medio de elecciones democráticas.
La vida política de Perón tiene, por ello, dos excepcionalidades en América Latina: llegar tres veces a la Presidencia de la Nación y, aún siendo militar, las tres veces mediante el voto popular.
Fue fundador y jefe político del Movimiento Justicialista que aún hoy, a 30 años de su muerte, continúa siendo la fuerza política mayoritaria de la República Argentina (Partido Justicialista).
Perón dejó escritas múltiples obras (La Comunidad Organizada, Conducción Política y Modelo Argentino para un Proyecto Nacional, entre otras), donde expresa su filosofía y doctrina política, y que continúan siendo textos de consulta en el plano académico, aplicados a la vida política argentina y continental.

Infancia y primera juventud
Perón nació en Lobos (Provincia de Buenos Aires) el 8 de octubre de 1895. Fue hijo de Mario Tomás Perón, pequeño productor agrícola-ganadero, y de Juana Sosa, y nieto de uno de los médicos más célebres de su tiempo, el profesor Tomás L. Perón. Su familia es de origen sardo por vía paterna y castellana por vía materna. Su infancia y primera juventud las vivió en las pampas bonaerenses y en las llanuras patagónicas del sur de la Argentina, donde se trasladaron sus padres en 1899 en busca de trabajo. Estos escenarios de grandes espacios abiertos y de vida rural incidieron en su formación cultural que algunos biógrafos han denominado "criollismo". Perón deseaba ser médico como su abuelo, pero finalmente, en 1911, ingresó al Colegio Militar de la Nación, situado en los alrededores de la ciudad de Buenos Aires, y egresó en 1913 con el grado de subteniente del arma de Infantería.

Vida Militar
Como oficial joven ocupó diversos destinos militares dentro del país mientras fue ascendiendo en su carrera. Teniendo el grado de Capitán redactó trabajos sobre Moral Militar, Higiene Militar, Campañas del Alto Perú, El Frente Oriental de la Guerra Mundial de 1914. Estudios Estratégicos", que fueron adoptados como textos de estudio en las academias del Ejército.
En 1929 contrajo matrimonio con Aurelia Tizón en la Iglesia castrense Nuestra Señora de Luján, pero su esposa murió muy joven, en setiembre de 1938.
En 1930 ya era miembro del Estado Mayor del Ejército y Profesor Titular de "Historia Militar" en la Escuela Superior de Guerra. Continuó publicando textos militares y también redactó un estudio sobre el idioma de los indios araucanos, originarios de la región patagónica, bajo el título Toponimia Patagónica de Etimología Araucana (1935).
En 1936, con el grado de Mayor del Ejército, fue nombrado Agregado Militar en la Embajada Argentina en la República de Chile. Ese año ascendió al grado de Teniente Coronel. En 1937 publicó el estudio La Idea Estratégica y la Idea Operativa de San Martín en la Campaña de los Andes.
En 1939 integró la Misión de estudios en el extranjero que el Ejército Argentino envió a Europa, con residencia en Italia. Se especializó en Infantería de Montaña (alpinismo y esquí). Regresó a principios de 1940, luego de recorrer España, Alemania, Hungría, Francia, Yugoslavia y Albania. Fue destinado al Centro de Instrucción de Montaña (Mendoza) y en 1941 ascendió al grado de Coronel.
A partir de 1943 su vida militar comenzó a converger hacia la política, que lo iba a absorber totalmente hasta su muerte.

Vida Política
El 4 de junio de 1943, Perón participó en la Revolución militar que terminó un proceso de fraude y corrupción política, iniciado con el golpe militar de 1930, que había desplazado del poder al Presidente constitucional Hipólito Yrigoyen, perteneciente al partido Unión Cívica Radical. Perón tenía el grado de Coronel y formaba parte de un grupo de oficiales organizados en una especie de logia denominada GOU (Grupo Oficiales Unidos) que sostenía un pensamiento nacionalista y de recuperación ética.
En el gobierno militar, Perón comenzó ocupando cargos menores. En octubre de 1943, solicitó desempeñarse en el Departamento Nacional del Trabajo, un modesto organismo dedicado a los asuntos laborales y sindicales. El joven coronel inició, desde este lugar, su contacto con la clase trabajadora argentina, adentrándose en sus problemas y necesidades. Convirtió al modesto organismo en Secretaría de Trabajo y Previsión, amplió sus facultades y asumió su nueva titularidad el 10 de diciembre de 1943.
Desde allí impulsó la organización de los trabajadores en sindicatos, transmitiéndole al movimiento obrero una visión reivindicatoria y nacional del trabajo y promovió una legislación protectora inspirada en los principios de justicia social, difundidos, entre otras fuentes, por las Encíclicas papales.
A principios de 1944 conoció a María Eva Duarte que sería su esposa y a quién la historia ha inmortalizado con el nombre de Evita.
Por su desempeño en la Secretaría de Trabajo y Previsión comenzó a crecer la popularidad de Perón en la clase trabajadora, lo cual despertó desconfianza en muchos de los mandos del Ejército, que mantenían una concepción conservadora y elitista de la sociedad argentina. A tal punto llegó esta situación que, pese a estar desempeñando en 1945 los cargos de Vicepresidente y Ministro de Guerra del Gobierno Militar, el Coronel Perón fue obligado a renunciar a todas sus funciones el 10 de octubre de ese año. El día 13 fue llevado detenido a la Isla Martín García (situada en el Río de La Plata, frente a la ciudad de Buenos Aires).
Una vez conocida por los trabajadores la noticia de la detención de Perón, se declaró una huelga general espontánea en todo el país. Contingentes obreros comenzaron a marchar hacia la Casa de Gobierno, en la ciudad de Buenos Aires, cubriendo la Plaza de Mayo con una multitud que reclamaba su libertad.
Fue el 17 de octubre de 1945. Al anochecer de ese día y ante la presión popular, Perón fue puesto en libertad y convocado por los propios gobernantes militares a hablar a la multitud para calmarla.
Perón así lo hizo, pidió su retiro del Ejército y convertido en ex-militar se lanzó a la vida política. Tenía 50 años de edad.
Ese mismo mes de octubre contrajo matrimonio con Eva Perón.
El gobierno militar, debilitado por los acontecimientos, convocó a elecciones presidenciales para el 24 de febrero de 1946. Perón, con apenas cuatro meses de tiempo, presentó su candidatura con la fórmula Perón-Quijano y organizó sus bases políticas de apoyo que fueron los trabajadores, sectores independientes y desprendimientos progresistas de los partidos tradicionales como la Unión Cívica Radical, el Partido Conservador y el Partido Socialista. Su adversario fue un frente político denominado "Unión Democrática", conformado por los sectores más conservadores de la sociedad en alianza con la izquierda internacionalista, como el Partido Comunista, y apoyado abiertamente por el embajador de los Estados Unidos de Norteamérica, señor Spruille Braden. La disyuntiva fue "Braden o Perón".
Perón triunfó en las elecciones con el 52 por ciento de los votos y asumió la Presidencia de la Nación el 4 de junio de 1946. Ya en el Gobierno fundó el Movimiento Peronista. Comenzó una gestión de fuerte preocupación nacional y social.
En 1949 se reformó la Constitución Nacional mediante elección democrática de constituyentes y se incorporaron al máximo texto jurídico los nuevos derechos sociales, como también el voto femenino, que había sido aprobado en 1947, que reivindicaba a la mujer hasta entonces marginada de la vida política argentina.
En 1951 la formula Perón-Quijano fue reelecta por un nuevo período de seis años con el 62 por ciento de los votos.
En 1952 murió Eva Perón, "Evita", afectada por un cáncer. Se creó en torno a Perón un gran vacío afectivo.
En 1953 Perón planteó, en diversas exposiciones públicas, su pensamiento sobre la política exterior basada en los conceptos de "continentalismo" y "universalismo" con proyección al siglo XXI. Tomó las primeras decisiones concretas encaminadas a impulsar la integración latinoamericana y propuso a Chile y a Brasil echar las bases de una unión subregional que se denominaría ABC. Este proyecto es el antecedente del actual MERCOSUR instalado 30 años después.
El 16 de setiembre de 1955 el Gobierno constitucional de Perón fue derrocado por un golpe militar apoyado por los sectores más reaccionarios de la sociedad. Comenzó un largo período de proscripción política del Movimiento Justicialista, persecución a sus integrantes mediante fusilamientos, cárcel y destierro. Perón debió exiliarse. Este cruento período se extendió por 18 años, durante los cuales las Fuerzas Armadas asumieron el control político del país.
Perón se exiló en países latinoamericanos, conoció a una joven argentina, María Estela Martínez, “Isabel”, que se convertiría en su tercera esposa, y a partir de 1960 se trasladó a España donde vivió en Madrid hasta que pudo regresar a su patria por primera vez el 17 de noviembre de 1972 y, definitivamente, el 20 de junio de 1973.
El gobierno militar presidido por el Gral. Lanusse convocó a elecciones presidenciales para el 11 de marzo de 1973, pero proscribió a Perón. El Movimiento Justicialista ganó las elecciones con el 49,59 por ciento de los votos con la fórmula Cámpora-Solano Lima designada por Perón. Una vez en el gobierno, el presidente Cámpora renunció al cargo y se convocó a nuevas elecciones presidenciales sin proscripciones para el 23 de setiembre de 1973. El Movimiento Justicialista propuso la fórmula Perón-Perón (Juan Domingo Perón y su esposa Isabel Martínez de Perón), que obtuvo el triunfo con más del 60 por ciento de los votos.
Perón ya tenía 78 años y estaba enfermo. Murió el 1º de julio de 1974, mientras estaba en ejercicio constitucional y democrático de la Presidencia de la Nación por tercera vez.