Compañeros, camaradas: Desde la redacción de La Bandera de Evita y Perón queremos desearle un muy feliz decía del trabajo y lo celebramos recordando el texto completo del discurso que diera Juan Domingo Perón ante la Asamblea Legislativa el 1 de mayo de 1950.
Mensaje a                     la Asamblea Legislativa
1° de mayo de 1950
1° de mayo de 1950
Señores Senadores:
Señores Diputados:
Invocando la memoria del Gran Capitán vengo ante vuestra honorabilidad y ante el pueblo Argentino, a dar cuenta de los actos que he realizado como presidente de la Nación, durante el cuarto año de mi gobierno.
Señores Diputados:
Invocando la memoria del Gran Capitán vengo ante vuestra honorabilidad y ante el pueblo Argentino, a dar cuenta de los actos que he realizado como presidente de la Nación, durante el cuarto año de mi gobierno.
Por eso he querido que                     este mensaje supere en sus caracteres generales, la extensión                     constitucional y sea no solamente la síntesis más                     o menos cronológica de un año de labor, sino                     más bien el íntimo examen de nuestra conciencia,                     que volviendo por sobre los caminos de todas las etapas que                     hemos recorrido, nos dice la exacta respuesta que debemos                     dar a la pregunta que nos formula, permanente y silenciosamente,                     nuestro jefe supremo, desde las alturas de su inmortalidad.
El mejor homenaje que                     podamos rendir a su memoria será, sin duda, el de una                     respuesta positiva que casi con las mismas palabras que constituyen                     el alto ideal sanmartiniano, exprese con verdad y con austera                     dignidad ante su tumba centenaria: Somos lo que debemos ser.                     ( Prolongados aplausos.)
Este es el sentido del                     mensaje con que vengo a inaugurar este octogésimo cuarto                     período legislativo: examen de nuestra conciencia,                     balance de lo que somos, compulsa de lo que hemos logrado                     ser en relación con lo que prometimos al pueblo interpretando                     sus sueños y sus esperanzas; síntesis íntima                     que vaya respondiendo a través de toda esta memoria                     a os planteos básicos siguientes:
¿Qué queríamos ser en 1946?
¿Qué somos en 1950?
¿Qué queríamos ser en 1946?
¿Qué somos en 1950?
Y de esta manera podremos,                     sin duda, obtener la visión más clara de lo                     que aun nos falta ...para que de nosotros pueda decirse, después                     de nosotros, que cumplimos todo nuestro deber; como teníamos                     la obligación de cumplirlo: con patriotismo, con dignidad,                     con honradez y con amor. (Aplausos.)
En el orden político                     nuestro movimiento tiene una finalidad básica desde                     sus instantes iniciales: la unidad nacional.
Desde el mismo día                     de la revolución de junio, en la proclama que escribí                     con mi propia mano, expuse aquella finalidad que sigue siendo,                     a pesar de todas nuestras luchas, el alto ideal en cuyas aras                     todo lo ofrendamos: la unidad nacional.
Decía en 1943:                     "Este postulado debe ser como la estrella polar para                     el pueblo argentino: la unión de todos, única                     razón de la grandeza de los pueblos; la unidad nacional,                     para que cuando sea necesario sufrir, suframos todos, y cuando                     sea necesario gozar, gocemos también todos." (Aplausos.)
Desde 1943 hasta hoy,                     pasando por las horas más difíciles y los mayores                     obstáculos, el alto ideal se mantiene incólume                     en nuestro corazón, y es más fuerte su atracción                     a medida que vamos advirtiendo cómo el sueño                     de entonces se convierte en realidad.
La unidad nacional no significa la unión de todos los habitantes de la Nación a la sombra de una sola bandera política. ¡Tal vez esto sea contrario a la unidad nacional!
La unidad nacional no significa la unión de todos los habitantes de la Nación a la sombra de una sola bandera política. ¡Tal vez esto sea contrario a la unidad nacional!
En cambio, la unidad                     nacional es la coincidencia fundamental de todos en orden                     a los principios esenciales que deben orientar la marcha de                     la Nación.
Vale decir, que para                     lograr la unidad nacional, finalidad suprema de nuestro movimiento,                     debimos cumplir dos etapas sucesivas.
La primera consistió                     en fijar los principios esenciales que debían orientar                     la conducta de nuestra Nación en los órdenes                     político, económico y social.
La segunda etapa fue                     la de allanar todos los obstáculos que se oponían                     a la coincidencia de los argentinos en orden a aquellos principios                     esenciales.
Para cumplir con las                     exigencias iniciales de la primera etapa fue menester crear                     una doctrina nacional. Y aunque la forma definitiva de esa                     doctrina ha requerido varios años de lucha y de trabajo,                     sus principios esenciales ya estaban perfectamente establecidos                     el día que iniciamos la reconquista del país...                     Esos mismos principios esenciales resplandecen ahora, como                     estrella polar de la Nación, en el preámbulo                     de su nueva Constitución Justicialistas... y ningún                     argentino bien nacido puede dejar de querer, sin renegar de                     su nombre de argentino, lo que nosotros queremos cuando afirmamos                     nuestra irrevocable decisión de constituir una Nación                     socialmente justa, económicamente libre y políticamente                     soberana. (Aplausos.)
Podrá quedar tal                     vez, en nuestra tierra, algún antiguo explotador del                     trabajo humano que no pueda concebir una Nación Argentina                     socialmente justa; o algún astuto dirigente marxista                     a sueldo de intereses extraños a quien no le convenga                     nuestro justicialismo, porque le hemos hecho perder todos                     los argumentos que antes tenían; quedará quizá                     algún viejo de empresas extranjeras que añore                     las épocas de los Bemberg, cuando también se                     pagaba la traición...(los legisladores y el público                     de pie, aplauden) y que no quiera saber nada con esta nueva                     Argentina que nosotros proclamamos económicamente libre;                     y tal vez quede algún grupo de hombres sin patria y                     sin bandera que no pueda querer que seamos una Nación                     políticamente soberana desde La Quiaca hasta la Antártida                     y desde los Andes hasta las Malvinas... ¡pero ningún                     argentino de bien puede negar su coincidencia con los principios                     básicos de nuestra doctrina sin renegar primero de                     la dignidad de ser argentino!
Por eso afirmamos que                     nuestra doctrina es la de todos los argentinos y que por la                     coincidencia de todos en sus principios esenciales ha de consolidarse                     definitivamente la unidad nacional. La segunda parte de la                     tarea consistió en allanar los obstáculos que                     se oponían a la coincidencia mínima fundamental                     de los argentinos en orden a aquellos principios esenciales                     de nuestra doctrina.
Era menester destruir                     las barreras que separaban al pueblo de su gobierno... Era                     menester que el pueblo y gobierno coincidiesen también                     en los principios doctrinarios generales de la Nación...                     Era necesario que el pueblo hiciese suyo el ideario que habíamos                     lanzado a la calle como doctrina y que luego exigiese de nosotros,                     o de cualquiera que tenga el insigne honor de gobernarlo,                     la fidelidad más absoluta a esos principios esenciales.
¡Nos encontramos                     con un pueblo que durante cien años había sido                     explotado y engañado por quienes le habían prometido                     todo; olvidado y vendido por quienes tenían la obligación                     de servirlo con lealtad, y traicionado permanentemente por                     una oligarquía sin escrúpulos! (Aplausos.)
Después del período                     inicial de la Independencia política, en cuyas jornadas                     de lucha y de sacrificios el pueblo participó casi                     permanentemente en el gobierno, fue apareciendo en el país                     una generación de políticos hereditarios que,                     al amparo de apellidos ilustres, se consideraban poseedores                     del inalienable derecho de gobernar al resto de los argentinos...                     y utilizando todos los recursos de las fortunas que formaban                     a expensas de ingentes concesiones de tierras o de privilegios                     inconcebibles, fueron creando una oligarquía que gobernó                     al país durante casi un siglo de su vida.
Desvinculados del pueblo,                     hicieron política de círculos para seguir explotándolo.
Consideraron siempre al gobierno como cosa propia, olvidando que entre los bienes personales y los bienes del Estado hay una absoluta diferencia ... y cuando terminaron de dilapidar sus propias fortunas, no duraron en vender la fortuna de la patria...
Todo esto ocurrió durante un siglo, solamente interrumpido por las periódicas revoluciones políticas que, inspiradas casi siempre en el sentir del pueblo, explotaban cada década como meteoros en la noche de la patria, para morir en seguida copada por los mismos hombres de siempre, cuyos ilustres apellidos parecían imprescindibles en todo gabinete nacional. (Aplausos prolongados.)
Consideraron siempre al gobierno como cosa propia, olvidando que entre los bienes personales y los bienes del Estado hay una absoluta diferencia ... y cuando terminaron de dilapidar sus propias fortunas, no duraron en vender la fortuna de la patria...
Todo esto ocurrió durante un siglo, solamente interrumpido por las periódicas revoluciones políticas que, inspiradas casi siempre en el sentir del pueblo, explotaban cada década como meteoros en la noche de la patria, para morir en seguida copada por los mismos hombres de siempre, cuyos ilustres apellidos parecían imprescindibles en todo gabinete nacional. (Aplausos prolongados.)
Felizmente no sucedió                     lo mismo en nuestro movimiento, aunque probaron también                     coparlo y destruirlo muchas veces...
¡Basta recordar                     los nombres que intentaron integrar aquel extraño gabinete                     de 1945... nombres cuyo solo anunció fue una de las                     causas que dieron celeridad a la reacción popular del                     17 de octubre!... (Aplausos prolongados.)
¡Basta verlos rondar                     en torno nuestro, tentando a nuestros dirigentes, haciéndose                     a veces pasar por peronistas para regresar al poder!...
Son los que insinúan                     que no es conveniente que sigamos con nuestra política                     social; son los que si yo cometiese el error y la felonía                     de ametrallar a los hombres de trabajo, como ellos lo hicieron                     en una semana trágica, estarían a mi lado gritando:                     ¡Viva Perón! (insistentes aplausos de los señores                     legisladores, señores ministros y público concurrente,                     puestos de pie. El señor presidente de la Nación,                     también de pie, agradece las manifestaciones de adhesión.)
Son los que propician                     la vuelta a la economía libre, como si alguna vez ella                     hubiese existido en el mundo.
Y son, por fin, los que                     harían un gran editorial elogioso en algún gran                     diario si alguna vez cometiésemos el error de darles                     la razón.
Pero están equivocados.                     Ni les daremos la razón, ni volverán al gobierno.                     (Aplausos prolongados.)
Nosotros hemos entregado                     nuestro movimiento al pueblo; y mientras ellos no se conviertan                     en pueblo, es decir, mientras no aprendan a trabajar, mientras                     no se sientan en sus carnes mismas el dolor de sus hermanos                     y el dolor de la patria como si fuese su propio dolor , no                     podrán volver a gobernar, puesto que desde nosotros                     en adelante para gobernar se necesita como única y                     excluyente condición tener carne y alma de pueblo.                     (Aplausos.)
Mientras eso no ocurra,                     es decir, mientras la oligarquía que se nos opone persista                     en su vieja política de círculos, mientras no                     decida convertirse al pueblo, seguiremos trabajando solos,                     reconstruyendo lo que ellos destruyeron y construyendo lo                     que ellos ni siquiera soñaron construir. (Aplausos.)
Para que nuestro pueblo                     hiciese suyo nuestro ideario y se lograse la coincidencia                     imprescindible para alcanzar nuestra finalidad primera de                     unidad nacional, era menester romper toda barrera de separación                     entre el pueblo y sus gobernantes y entre los distintos grupos                     sociales del mismo pueblo, y hacer que cada argentino se sintiese                     dueño de su propia patria.
Por eso lanzamos el gran                     objetivo de nuestro movimiento: la justicia social.
La explotación                     inicua del pueblo, tolerada por los gobiernos oligárquicos,                     era la primera y más alta barrera que separaba al pueblo                     de la patria.
¡Cómo podía                     sentir el pueblo algún cariño por la patria                     que todo lo negaba!...
Para ello debía                     ser el nuestro un pueblo de héroes, y los héroes                     no son la regla entre los hombres. Para que el pueblo se reconciliase                     con la patria, decidimos poner al gobierno en función                     de juez que administrase la justicia mínima necesaria                     para que cada argentino, por humilde que fuese, y cuanto más                     humilde mejor, se sintiese protegido por la gloriosa y querida                     bandera nacional. (Aplausos.)
Poco a poco, el pueblo                     comenzó a entendernos. Hombres sin fe y sin esperanza                     empezaron a vislumbrar una vida distinta... y alentados por                     las realidades de una nueva conducta de gobernantes, comenzaron                     a sentirse otra vez unidos al destino de la patria, y por                     el camino de la propia dignidad entendieron el alto sentido                     de la dignidad nacional.
Para consolidar esta                     tarea y consolidar la coincidencia fundamental del pueblo                     y del gobierno restituímos a la ciudadanía todos                     sus derechos, restaurando nuestro auténtico sistema                     democrático de gobierno.
Ahora sabe el pueblo                     que el gobierno es suyo; que los actos de su gobierno responden                     a sus propios deseos y aspiraciones, y que tiene asegurada                     el arma de su voto libre para impedir que se entronicen en                     el poder gobernantes que no sepan o no quieran interpretarlo.
Así nuestro sistema                     republicano tiene hoy su más alta expresión                     desde que el gobierno ha dejado de ser posesión de                     la oligarquía, y modestos hombres del pueblo, con su                     extraordinario sentido común, integran los cuadros                     de todos los poderes del país y de sus representaciones                     en el extranjero. (Aplausos.)
Quienes primero creyeron                     insultar nos con el mote de "descamisados"y luego                     calificaron a nuestra victoria como "aluvión zoológico",                     no podrán sino reconocer, por lo menos en lo íntimo                     de su conciencia -si es que aún les queda conciencia                      -, que los descamisados del aluvión zoológico                     han sabido defender en todas partes con ardoroso entusiasmo                     la dignidad nacional, mejor que los más conspicuos                     políticos y diplomáticos de la vieja oligarquía.                     ( ¡Muy bien! Los señores legisladores y ministros,                     como también el público de las galerías,                     de pie, aplauden insistentemente al señor presidente                     de la Nación, quien agradece las manifestaciones.)
Nuestro sistema representativo                     llega hoy a su más alta pureza y a su más alta                     realidad por la expresión libre de la voluntad soberana                     del pueblo en correctas elecciones, que deben reconocer como                     intachables, incluso nuestros adversarios.
Cada elección                     argentina es un ejemplo de civismo, que va creando en nuestro                     pueblo la conciencia de su responsabilidad política,                     acorde con su dignidad.
Este aspecto del orden                     político es una consecuencia de principios absolutamente                     distintos de los que se aplicaron en el pasado.
El fraude no fue sino                     una consecuencia del menosprecio por el pueblo... y el menosprecio                     por el pueblo no fue sino una consecuencia de la escasa o                     ninguna dignidad que ellos asignaron a nuestro pueblo. ¡Qué                     iban a asignarle alguna dignidad quienes no habían                     hecho nunca otra cosa que explotarlo y vivir de su sudor,                     de su trabajo y de su sacrificio! (Aplausos.)
Y cuando hablamos de                     nuestros opositores como autores del fraude dejo constancia                     expresa de que no distingo excepciones entre ellos, desde                     que si unos lo cometieron, otros lo apañaron o lo aprovecharon,                     o por lo menos lo aceptaron como método utilizable                     el día que se dieron la mano en su intento desesperado                     de vencernos. (Aplausos.)
Para nosotros, que empezamos                     reconociendo y ponderando en su justo y extraordinario valor                     la dignidad humana, el fraude es un atentado contra esa dignidad                     y preferiríamos sentir el abandono de nuestro pueblo                     antes que permitir una afrenta contra su dignidad. (Aplausos.)
Por las mismas razones,                     porque entendemos que todos los ciudadanos del país                     y todas las mujeres de la Nación tienen igual dignidad,                     hemos extendido a los territorios nacionales el ejercicio                     del derecho de votar en las elecciones presidenciales y hemos                     otorgado a la mujer el pleno ejercicio de sus derechos cívicos,                     en igualdad de condiciones que el hombre. (¡Muy bien!                     Aplausos prolongados. Los señores legisladores y los                     concurrentes a las galerías, de pie, aplauden insistentemente.                     El señor presidente de la Nación agradece, poniéndose                     igualmente de pie.)
Yo no voy a aprovechar                     este tema para hacer una frase florida y elegante. ¡La                     verdad es que el tema ha sido definitivamente agotado por                     nuestros opositores, que se pasaron toda la vida prometiendo                     en sus tribunas políticas el voto a la mujer!...
Yo solamente quiero decir                     a la mujer argentina que ella se ha ganado, desde hace mucho,                     el derecho de votar como nosotros: porque ella, como nosotros                     padeció las angustias de todas las luchas que cimentaron                     la independencia nacional; como nosotros trabajó y                     sufrió construyendo la grandeza de la patria, y como                     nosotros salió a la calle a nuestro lado cuando el                     pueblo se jugó la carta más brava de su destino                     contra todas las fuerzas conjuradas por la antipatria, el                     17 de octubre de 1945.
Y permito añadir                     además que yo tengo fe en las mujeres de mi patria,                     como reserva moral de la argentinidad, puesto que ellas, como                     madres actuales o en potencia, son la raíz de nuestro                     pueblo; y si en los hombres veo la fuerza del presente, en                     las mujeres advierto la grandeza de un futuro cuya realidad                     pueden vislumbrar solamente las madres cantando sobre el sueño                     de sus hijos y deseando para ellos la gran Argentina que nosotros                     no podremos contemplar. (Aplausos prolongados.)
En otro orden de cosas                     hemos afianzado el sistema republicano y representativo por                     la sanción constitucional de un viejo y acariciado                     anhelo de nuestro pueblo: la elección directa del presidente                     y vicepresidente de la nación, así como de los                     senadores nacionales.
Nuestro sistema federal                     ha sido por nosotros respetado, afianzado y consolidado. 
Siempre en procura de                     nuestra primera finalidad, la unidad nacional, hemos pensado                     que ella no sería posible sin poner previamente en                     pie de igualdad a todas las provincias frente al gobierno                     central. Esta igualdad, que antes sólo tuvo un sentido                     teórico en el orden político, tiene ahora un                     indudable sentido práctico, tanto en el orden político                     como en el orden económico. 
Hemos echado los cimientos                     de un nuevo federalismo: el federalismo práctico que                     tiene sus bases en el ordenamiento económico de la                     Nación.
En otras épocas                     el sistema federal era un buen tema de discursos parlamentarios.                     A ese federalismo declamatorio de ciertos políticos                     de antaño deben algunas de nuestras provincias el atraso                     en que las vemos todavía, a pesar de nuestros esfuerzos.
La verdad es que el federalismo                     que ellos proclamaron según las circunstancias no fue                     sino un pretexto político para seguir explotando a                     las provincias como caudillos, del mismo modo que explotaban                     a sus peones en las estancias... ¡porque de otra manera                     no sería posible comprender cómo podían                     de tal modo aferrarse a un federalismo que implica una defensa                     tan lógica y tan justa de la propia tierra, los mismos                     que entregaban a la patria vendiendo su voto de legisladores                     a los intereses de cualquier país extranjero!... (Aplausos                     prolongados.)
Nuestro federalismo tiene                     un fundamento económico que es técnicamente                     inobjetable. Cuando logremos su total realización se                     verá cómo no puede darse otro federalismo más                     efectivo dentro de nuestra unidad nacional.
Nuestras provincias se                     formaron en virtud de rencillas caudillescas y en cada una                     de ellas, lo mismo que en la Capital de la República,                     se entronizó una oligarquía familiar cuya única                     y principal preocupación fue mantenerse en el gobierno                     provinciano para poder cuidar mejor sus intereses particulares.
Ellos fueron los que                     crearon en cada provincia una economía favorable a                     sus propias economías; los que crearon regímenes                     impositivos protectores para el latifundio, porque los dueños                     de los mayores latifundios eran ellos mismos; los que impidieron                     el progreso de las zonas provinciales que podían competir                     con la producción de sus campos, de sus fábricas                     o de sus negocios personales; los que llegaron incluso a torcer                     el rumbo de los grandes caminos para que se valorizaran las                     tierras que poseían; y para ellos los bancos provinciales                     eran así como una caja fuerte que producía dinero                     para todos sus antojos, como si fuese de su propiedad y no                     patrimonio de los ciudadanos que trabajando engrandecían                     a las provincias. (Aplausos.)
¡Por eso, aunque                     no le interesaba la defensa de la Nación entera, defendieron                     tan elocuente al federalismo!
Como nosotros les hemos                     arrebatado el poder y lo hemos entregado al pueblo, siguen                     hablando de federalismo porque no pueden hablar de los intereses                     personales que perdieron al volver a la calle como ciudadanos.
Pero aun tomando el problema                     en sus aspectos estrictamente técnicos, una provincia                     no puede ser políticamente autónoma sin serlo                     económicamente: y para que la unidad nacional fuese                     verdadera, todas las provincias deberían integrarla                     como unidades políticas y económicas.
El federalismo político                     fue siempre una mentira desde que no existió nunca                     un federalismo económico.
Nosotros hemos creado                     ya las condiciones básicas para que sea realidad el                     federalismo que impone la Constitución Nacional, y                     esas condiciones consisten:
1º En la distribución                     equitativa de los bienes económicos del país,                     de tal manera que sea anulado el déficit de las provincias                     menos dotadas;
2º En la reactivación                     planificada de las provincias que están más                     lejos de ser unidades económicas.
Cada provincia argentina                     tiene en sí misma riquezas inagotables. Nuestro Plan                     Integral de Trabajos Públicos tiende a incorporar esas                     riquezas a la actividad del país, de al manera que                     todas las provincias contribuyan al incremento de la rentan                     nacional que, bien distribuída, significa la felicidad                     de todos.
Esto no sólo lo                     afirmamos como ideal. Lo estamos realizando. En los planes                     integrales de obras públicas vamos acercándonos                     cada vez más al ideal que nos hemos fijado en materia                     de prioridades geográficas, asegurando un 20% de obras                     al Gran Buenos Aires y un 80 % al interior del país.
Nuestro federalismo práctico                     no ha descuidado tampoco aquellos aspectos de orden político                     sobre los cuales tanto han hablado nuestros prodecesores para                     ocultar la realidad, que era, precisamente, lo contrario del                     federalismo. Las intervenciones que nosotros hemos decretado                     han tenido siempre la alta finalidad de eliminar gobernantes                     que, aun siendo hombres de nuestro movimiento, intentaban                     entronizar nuevamente procedimientos y vicios semejantes a                     los que motivaron nuestro movimiento en 1943.
Nuestras intervenciones                     federales han sido las absolutamente imprescindibles como                     para restaurar el imperio de la voluntad popular y han limitado                     su tarea a la normalización de los procedimientos y                     del clima democrático necesario para que el pueblo                     volviese a elegir sus propios gobernantes. (Aplausos.)
Todas estas cosas me                     llevan nuevamente al tema de la realidad e nuestro federalismo;                     y si insisto es para dejar perfectamente bien definida nuestra                     posición, que juzgará la historia mejor que                     nosotros mismos: el federalismo que nosotros queremos para                     nosotros y para nuestros hijos, y que estamos practicando,                     es aquel que realiza la unidad nacional por la integración                     de provincias que deben ser, no sólo unidades políticas,                     sino también unidades económicas.
El gobierno central,                     en nuestra concepción del federalismo práctico,                     planifica para todo el país en orden a los objetivos                     básicos de la doctrina nacional y las provincias tienen                     a su cargo la ejecución de la parte que les toca en                     los planes generales sin perjuicio de la plena libertad que                     poseen para el logro de sus propios fines.
Queremos que cada habitante                     de cualquier provincia del país se sienta orgulloso                     de su nombre de provinciano, del mismo modo que se siente                     orgulloso de su egregio apellido de argentino. (Aplausos.)
En el mismo orden político                     y siempre luchando en procura del gran objetivo: la unidad                     nacional, hemos definido constitucionalmente algunos principios                     defensivos de aquella unidad.
La soberanía de                     la Nación no sólo debe ser defendida en las                     fronteras.
El mundo se ha achicado                     de tal manera en virtud del progreso extraordinario en las                     comunicaciones de todo orden y las nuevas doctrinas de la                     humanidad en que nos toca vivir ha adoptado tales formas de                     lucha para dominar al mundo, que los pueblos no pueden sobrevivir                     si no se aprestan a crear nuevas formas de defensa adecuadas                     a la nueva técnica de las fuerzas de dominación.
Del mismo modo que un                     ejercitó sólo puede ser vencido por otro ejercitó,                     una doctrina no puede ser combatida sino con otra doctrina.                     (Aplausos.)
En este momento se disputan                     el predominio del mundo de una parte el capitalismo y de otra                     parte el comunismo.
Nosotros, que poseemos                     una doctrina nacional que no es capitalista ni es comunista,                     hemos creado en la Constitución Nacional los medios                     necesarios para defendernos de esos dos extremos.
Para ello hemos prohibido                     la explotación del hombre por el hombre; hemos creado                     y realizado los Derechos del trabajador (aplausos); hemos                     establecido que la propiedad privada tiene una función                     social que cumplir; que el capital debe estar al servicio                     de la economía nacional y tener como objeto el bienestar                     social.
Y para asegurarnos definitivamente                     contra la acción de sistemas que pueden atentar contra                     el sistema que nuestro pueblo ha querido darse para vivir,                     hemos establecido que: "El Estado no reconoce libertad                     para atentar contra la libertad (aplausos), ni reconoce organizaciones                     nacionales o internacionales que atenten contra el sistema                     democrático que inspira a nuestra Constitución."
Estas normas constitucionales                     corresponden a la doctrina que siempre hemos expuesto al pueblo                     y que el pueblo ha aceptado con la decisión de su voluntad                     desde el día que nos otorgó la autoridad y el                     poder para cumplirla.
Vemos, por otra parte,                     con profunda satisfacción, cómo cada vez son                     menos los ciudadanos que se definen por sistemas extraños                     a nuestra tradición democrática; y aunque ello                     en parte se debe a la situación de bienestar económico                     reinante, no es menos cierto que fundamentalmente se debe                     a la aceptación por parte del pueblo de nuestra doctrina,                     que dentro de un orden cristiano de valores "supera las                     concepciones materialistas exaltando los valores del espíritu"y                     asigna al hombre una dignidad superior aspirando a que él                     logre sus altos destinos en una sociedad organizada con justicia.                     (Aplausos.)
Principios subsidiarios                     de aquellos fundamentales son también, en nuestra doctrina,                     "el afianzamiento de las libertades fundamentales de                     las instituciones y de los ciudadanos dentro del respecto                     y acatamiento de la ley; el fundamento ético de todas                     las actividades humanas; el sentido de abnegación y                     sacrificio en beneficio de los intereses permanentes de la                     Nación y los comunes intereses de la sociedad; la exaltación                     del sentido de la responsabilidad social que cada argentino                     ha de poseer en grado extraordinario; el ordenamiento equilibrado                     de los valores humanos; el concepto de que la libertad, que                     sólo da derechos, es negativa y peligrosa; la norma                     de la colaboración y solidaridad social para el mejor                     logro de los fines del justicialismo, y, por fin, el respeto                     por los ciudadanos y por las instituciones políticas                     o religiosas que no atentan contra la seguridad del Estado                     democrático". (Aplausos.)
Una doctrina nacional                     así fundamentada, con objetivos básicos, tales                     como los que abren la portada de nuestra Constitución,                     es la mejor defensa que podemos ofrecer frente al ataque de                     las doctrinas que se disputan el dominio del mundo.
Muy poderosas tendrán                     que ser en lo futuro las fuerzas que intenten su destrucción                     para que la unidad nacional, cimentada tan hondo, pueda correr                     peligro.
Yo me he preguntado muchas                     veces, frente al espectáculo de un mundo cuyas naciones                     se van disgregando por la acción interna de doctrinas                     extrañas, qué habría sido de nosotros                     si esta hora tremenda de la humanidad no hubiese encontrado                     en la República Argentina un pueblo unido por el trabajo,                     por la alegría de vivir; un pueblo optimista y sano                     de espíritu, capaz de tener grandes ideales y de jugarse                     por ellos; un pueblo con dignidad sobre todo, que es la única                     fuerza que puede salvar a los pueblos de su destrucción                     aunque caiga derrotado por la fuerza de las armas.
¡Y le doy gracias                     a Dios de ser el presidente de un pueblo como el nuestro en                     este momento en que tal vez su realidad sea la última                     esperanza del mundo! (Los señores legisladores y ministros,                     de pie, así como también el público de                     las galerías, aplauden en forma prolongada, agradeciendo,                     igualmente de pie, el señor presidente de la Nación.)
para hacer efectiva la unidad nacional y conducir el país hacia sus grandes objetivos logrando la coincidencia previa de la gran mayoría de los argentinos, además de lo que ya hemos señalado como realidad, era menester que el mismo gobierno se organizase con vistas a la tarea enorme que nos habíamos propuesto.
para hacer efectiva la unidad nacional y conducir el país hacia sus grandes objetivos logrando la coincidencia previa de la gran mayoría de los argentinos, además de lo que ya hemos señalado como realidad, era menester que el mismo gobierno se organizase con vistas a la tarea enorme que nos habíamos propuesto.
Hoy puedo anunciar a                     vuestra honorabilidad que el gobierno tiene ya una organización                     que corresponde a las realidades de la hora.
Faltará tal vez                     que se armonicen algunos detalles de los nuevos organismos,                     detalles que van siendo coordinados sobre la marcha, pero                     ya la organización básica está en condiciones                     de servir a todas las necesidades e intereses del pueblo y                     del Estado.
Veinte ministerios trabajan                     febrilmente en la tarea de administrar el país y en                     grado creciente de coordinación van logrando la unidad                     necesaria para una acción cada vez más efectiva.
Puedo afirmar sin jactancia                     alguna ante mi pueblo, que en este momento de la historia                     política argentina el presidente de la República                     gobierna real y efectivamente al país, dirigiendo la                     acción del Poder Ejecutivo en todos los órdenes:                     político, económico y social, gracias a la nueva                     organización del gobierno; y ello le permite también                     asumir la plena responsabilidad de todos los actos del poder                     Ejecutivo. ( Aplausos.)
¡Han pasado los                     tiempos en que ocho ministros, trabajando cada uno por su                     cuenta, hacían firmar decretos a un presidente de la                     Nación!
Nuestro gobierno está                     organizado de tal manera que no puede actuar sino con absoluta                     unidad de criterio, siempre orientado hacia la primera y gran                     finalidad cuya realidad lograda queremos consolidar definitivamente.
Sabemos que aun pueden                     cometerse errores. 
¡Trabajamos con                     elementos humanos! Pero sabemos también que esos errores                     son cada vez menos lesivos para el país y menores en                     cantidad desde que hemos perfeccionado al máximo posible                     la información técnica que nos permite actuar                     cada vez con menos posibilidad de equivocarnos.
En este sentido hemos                     creado en el gobierno conciencia de que habitualmente se procede                     tan bien o tan mal, como bien o mal informado se esté...                     ¡y puedo afirmar que nuestros predecesores no conocían                     el país que intentaban gobernar! (Aplausos.)
En otro orden cosas hemos                     creado los organismos necesarios para realizar el control                     de la honradez en la función pública.
En estos cuatro años                     no hemos dudado nunca el proceder con energía contra                     quienes, al amparo de sus cargos de funcionarios responsables,                     creyeron que podían jugar a su antojo con los bienes                     del pueblo... (aplausos) y todo el país ha comprobado                     cómo, frente al delito, el gobierno peronista procede                     siempre de la misma manera, aun ante quienes se titularon                     sus amigos y no hicieron honor ni a la amistad, ni al peronismo,                     ni a la patria. (Aplausos.)
Antes un delito contra                     el estado o contra el país era denunciado a veces,                     únicamente a veces, por la oposición... ¡por                     lo general, cuando no le daban parte en las utilidades! (                     Aplausos.)
Ahora, si se comete algún                     delito, nosotros lo investigamos, nosotros lo denunciamos                     y nosotros mandamos a sus autores a la justicia.
Esto no tiene otra razón                     de ser que la promesa que hicimos al pueblo en 1943 y que                     ratifiqué en este mismo recinto en primer mensaje de                     1946.
La organización                     del gobierno necesaria para la conquista y consolidación                     de la unidad nacional se traduce en el orden interno por la                     organización del país y en el orden externo                     por el ejercicio de una política internacional orgánica                     y bien definida.
Puedo proclamar hoy,                     ante vuestra honorabilidad, que el país está                     organizado.
Esta tarea ha sido fundamentalmente                     realizada durante el año fenecido por la reforma de                     las constituciones provinciales, que responden ahora a las                     normas generales de la Constitución justicialista.
En el orden político,                     el país está organizado de tal modo que no vivirá                     ya permanentemente afectado por continuos procesos electorales                     que perturban la tarea de gobernar.
En el orden social, los                     principios que nosotros hemos llevado al pueblo han sido incorporados                     como realidades aceptadas por el pueblo, como ley fundamental                     en todas las constituciones provinciales.
En el orden económico,                     los principios de nuestro sistema rigen en todas las constituciones                     provinciales como normas de aplicación local.
Si el país está                     organizado en el orden constitucional, lo mismo podemos decir                     en lo que se refiere a otros aspectos de singular importancia.
En materia de obras públicas                     hemos creado por primera vez en el país un régimen                     de coordinación nacional, y a medida que sus previsiones                     se van cumpliendo, puede advertirse ya cómo el desorden                     que encontramos se va transformando progresivamente en orden.
Antes, cada provincia                     y cada ministerio construía dónde y cómo                     quería las obras que se les antojaba construir. En                     un país organizado eso no puede ser. Debe existir un                     organismo de coordinación que ordene los planes generales                     de trabajos públicos de la Nación; de las provincias,                     y aun de los municipios, para evitar superposiciones y excesos                     o para subsanar los defectos propios de toda planificación.
Un país organizado                     debe tener un plan permanente de trabajos públicos.                     Nosotros hemos sido los primeros en trabajar con un plan orgánico                     y esperamos que nuestro ensayo, aun con todas sus deficiencias,                     sirva de ejemplo a los futuros gobernantes de la Nación.                     (Aplausos.)
Como manifestación                     lógica de la unidad nacional lograda en el orden interno                     exhibimos en el orden internacional una situación distinta                     de la que poseíamos cuando no presentábamos                     al mundo el espectáculo de un país sólidamente                     unido en todos sus aspectos.
En este momento podemos                     afirmar que, gracias a la unidad permanente de nuestra acción,                     el nombre de la República Argentina es conocido y respetado                     en todos los pueblos de la tierra. (Aplausos.)
En esto ha tenido preponderante                     influencia, es verdad, nuestra posición de absoluta                     independencia frente a todos los países que integran                     el consorcio de las naciones del mundo; independencia que                     no es aislamiento, sino soberanía, vale decir, personalidad                     propia que nosotros hemos puesto al servicio de la humanidad                     como la mejor contribución para la paz y la felicidad                     de los hombres. (Aplausos.)
La opinión de                     un país tiene valor únicamente cuando posee                     aquella personalidad.
En los demás casos puede ser un voto más en las grandes asambleas internacionales, pero no es una opinión válida y fecunda para la paz del mundo.
En los demás casos puede ser un voto más en las grandes asambleas internacionales, pero no es una opinión válida y fecunda para la paz del mundo.
Nosotros tenemos ya la                     personalidad internacional necesaria y suficiente como para                     poder dar opiniones que constituyan alguna esperanza de solución                     en los graves problemas que afectan a las naciones.
Alejados como estamos                     por nuestra misma doctrina nacional de los extremos ideológicos                     de la humanidad, nuestra vos tiene los caracteres de serenidad                     y de ecuánime autoridad que necesitan para e sea escuchada                     respetuosamente por aquellos extremos como una vos libre de                     todo compromiso. (Aplausos.)
Libre de toda atadura                     material de orden económico y de toda atadura a los                     extremos ideológicos, la república argentina                     puede hablar con igual altura moral frente a todos los países                     del mundo; y nuestra tercera posición justicialista                     nos permite buscar y hallar siempre las coincidencias necesarias                     como para que en esa tercera posición la humanidad                     encuentre su camino.
No estamos ya tan solos                     en este intento idealista que venimos realizando en nuestro                     país desde 1943 y que ofrecimos al mundo como solución                     en 1947.
Progresivamente hemos                     visto cómo han ido adhiriendo a nuestra concepción                     política, económica y social destacados dirigentes                     y pensadores de todos los países.
Y reconociendo o no el                     origen argentino de esta doctrina, son cada vez más                     numerosos los hombres que en todos los pueblos no ven otra                     solución para lograr la paz que en una tercera posición                     distinta de la que significan el comunismo y el capitalismo.                     (Aplausos).
Esta es, por otra parte,                     la solución que hemos dado al problema y realizado                     en nuestro país y que nuestra constitución ha                     sellado definitivamente.
Que es solución                     no lo demuestra la realidad concreta de nuestro pueblo, que                     se siente feliz porque puede trabajar con dignidad; porque                     el capital ha sido humanizado; porque la propiedad, el capital                     y las riquezas son ahora bienes individuales en función                     social; porque ha desaparecido la explotación capitalista                     del hombre y toda clase de explotación humana; y que                     es verdadera solución nos lo demuestra fehacientemente                     el hecho de que progresivamente, con la realización                     de nuestros planes, ha ido desapareciendo la reacción                     comunista, que ha dejado de tener entre nosotros los argumentos                     valederos que posee, en los países capitalistas, para                     ganar adeptos. (Aplausos prolongados.)
Tal vez será necesario                     en este momento alguna pequeña aclaración con                     respecto a este aspecto de nuestra tercera posición,                     a fin de evitar malas interpretaciones.
La tercera posición no es manera alguna una posición de neutralidad frente a los problemas políticos, económicos y sociales de mundo contemporáneo.
La tercera posición no es manera alguna una posición de neutralidad frente a los problemas políticos, económicos y sociales de mundo contemporáneo.
Es en cambio una actitud                     positiva que se ofrece a la humanidad como solución                     de sus problemas.
Tal como están                     las cosas en este momento de 1950, puede ya afirmarse que                     el mundo marcha hacia una cierta unificación política.                     Basta considerar para ello diversas circunstancias entre las                     cuales se destacan el alto poder de las armas modernas, el                     acercamiento e interdependencia cada vez mayor entre las naciones,                     la reducción del número de potencias que prácticamente                     ha creado en el mundo un solo frente de dos naciones en alto                     grado poderosas.
La guerra de 1914 redujo                     el número de potencias mundiales a unas pocas...la                     de 1939 nos dejó dos grandes potencias divididas no                     sólo por razones políticas, económicas                     o sociales, sino aún por razones ideológicas.
Pensar que pueden coexistir                     ambas potencias, que más que potencias son sistemas                     de vida en un mundo cuyas comunicaciones lo han hecho tan                     pequeño, es pensar un imposible.
Ambos sistemas tratan                     de infiltrase mutuamente y la verdad es que ninguno de los                     dos ofrece al hombre perspectivas de felicidad tan elocuentes                     como para estar seguro de no ser infiltrado por el sistema                     opuesto.
En este sentido es indudable                     que el sistema comunista tendría mayores posibilidades                     de ganar el mundo occidental desde que el sistema capitalista                     no puede ofrecer otra doctrina que el fracasado individualismo                     liberal, mientras deja abiertos por otra parte los flancos,                     que son, fuera de los Estados Unidos, pueblo agobiados por                     la miseria y por el hambre, aliados por la desesperación                     con cualquier otro sistema que se les ofrezca. (¡Muy                     bien! Aplausos prolongados. Los señores legisladores                     y los concurrentes a las galerías, de pie, aplauden                     insistentemente. El señor presidente de la Nación                     agradece poniéndose igualmente de pie.)
En su marcha tal vez                     irremediable hacia una cierta unificación política                     las naciones no pueden elegir sino muy pocos caminos.
Si consideramos las posibilidades                     del mundo occidental en cuyo campo nos hallamos geográficamente                     ubicados, advertimos que no le quedan sino dos caminos: o                     la guerra, de cuyas consecuencias quedaría una sola                     potencia sobre un mundo totalmente destruido, o la modificación                     de sus estructuras ideológicas, con la consecuente                     reforma en los órdenes político, económico                     y social.
Del lado comunista también                     pueden darse dos caminos: o la guerra o bien la infiltración                     ideológica del mundo occidental.
Advertimos con facilidad                     que el occidente no puede ganar ideológicamente en                     las actuales circunstancias al mundo comunista; y que al mundo                     comunista no le interesa modificar en las actuales circunstancias                     sus estructuras económicas, sociales y políticas.
No queda, pues, para                     occidente otra solución que renunciar a su concepción                     individualista si quiere oponer una valla eficaz al avance                     ideológico del comunismo y ponerse a mitad de camino                     del extremo ideológico oriental si quiere sobrevivir.                     (Aplausos prolongados.)
En esa mitad del camino                     creemos nosotros que puede estar una solución para                     la paz.
En el orden político, la tercera posición implica poner la soberanía de las naciones al servicio de la humanidad en un sistema cooperativo de gobierno mundial.
En el orden político, la tercera posición implica poner la soberanía de las naciones al servicio de la humanidad en un sistema cooperativo de gobierno mundial.
En el orden económico                     la tercera posición es el abandono de la economía                     libre y de la economía dirigida por un sistema de economía                     social al que se llega poniendo el capital al servicio de                     la economía. (Aplausos prolongados.)
Y en el orden social                     la tercera posición entre el individualismo y el colectivismo                     es la adoptación de un sistema intermedio cuyo instrumento                     básico es la justicia social. 
Esta es nuestra tercera                     posición, que ofrecemos al mundo como solución                     para la paz. (Aplausos.)
Cuando pienso que nosotros                     hemos sido los primeros en anunciar esta solución a                     los hombres; y cuando compruebo que hemos sido los primeros                     en realizarla, no puedo menos que confirmar mi fe en los altos                     destinos que Dios ha querido signar asignar a nuestra Patria:                     y mi alma se estremece de emoción pensando que puede                     no estar lejano el día en que la humanidad, para poder                     vislumbrar en su noche alguna estrella, tenga que poner sus                     ojos en la bandera de los argentinos. (Prolongados aplausos                     de los señores legisladores y ministros, puestos de                     pie, y del público de las galerías en igual                     forma, lo que agradece el señor presidente de la Nación                     poniéndose también de pie.)
La tercera posición                     adoptada por la República Argentina como posición                     ideológica de paz, produce la gran unidad de acción                     en su política exterior, que complementa magníficamente                     nuestra unidad nacional y que es, por otra parte, su consecuencia                     lógica.
Con criterio de estricta                     justicia hemos actuado en la organización mundial de                     las Naciones Unidas y en la Organización de los Estados                     Americanos.
Nuestra tarea de cooperación                     en este sentido ha sin duda extraordinaria; y no necesito                     recordar a vuestra honorabilidad los hechos que prueban mi                     afirmación.
Consecuentes con nuestra                     tercera posición en el orden político hemos                     puesto así nuestra soberanía al servicio de                     la humanidad.
No hemos olvidado, sin                     embargo, en ningún momento nuestros derechos soberanos                     sobre los territorios cuya posición se nos discute.
En cada ocasión                     propicia la República Argentina ha manifestado las                     razones que la asisten para reclamar la posesión de                     las Islas Malvinas y ha reafirmado sus derechos sobre las                     islas Georgia del Sur, Sándwich y sobre la Antártida                     Argentina. (Se ponen de pie y aplauden insistentemente los                     señores legisladores y ministros, así como el                     público de las galerías, agradeciendo al señor                     presidente de la Nación igualmente de pie.)
Por otra parte hemos                     creado en la ciudadanía del país clara conciencia                     de todos sus derechos; de tal manera que ya ningún                     argentino ignora que la unidad geográfica nacional                     termina en el mismo polo austral del mundo.
En el orden económico                     de nuestras relaciones internacionales hemos subscripto convenios                     con una serie numerosa de países.
Nuestras relaciones comerciales                     con los países del mundo se han multiplicado extraordinariamente                     en cuanto a la cantidad de naciones que se han vinculado económicamente                     con la nuestra.
Ya no somos el país                     que encontramos en 1946 sometido a las veleidades de unos                     compradores. (Aplausos.)
Prácticamente                     comerciamos con todo el orbe que conoce nuestra posición                     de nación soberana que puede disponer como quiere de                     sus riquezas y de sus productos.
Estos son los aspectos                     generales de la acción que en el orden político                     interno internacional ha desarrollado mi gobierno.
Yo lo expongo a vuestra                     honorabilidad, y en su detalle relativo al año 1949                     están a disposición de los señores legisladores                     en el apartado especial que contiene la memoria anual de todos                     los ministerios.
La unidad nacional en                     el orden político ha sido pues lograda por nosotros.
La República Argentina                     tiene una doctrina nacional para su marcha en el orden interno                     y la misma doctrina guía sus pasos en el orden internacional.
Cada argentino sabe ahora                     lo que quiere y adónde va como argentino y tiene en                     sus manos el instrumento de su propio destino.
No hemos hecho otra cosa                     que lo que queríamos en 1946.
Por eso yo me permito                     recordar con emoción a mis conciudadanos una frase                     de mi primer mensaje: "Mi empresa es alta y clara mi                     divisa, mi causa es la causa del pueblo; mi guía es                     la bandera de la patria."(insistentes aplausos de los                     señores legisladores, señores ministros, y público                     concurrente, puestos de pie. El señor presidente de                     la Nación también de pie, agradece las manifestaciones                     de adhesión.)
Sr. Presidente. - Invito                     a la Honorable Asamblea a pasar un breve cuarto intermedio.
-Así se hace,                     siendo las 9 y 30.
-Siendo las 9 y 45, Continúa la sesión de Asamblea.
-Siendo las 9 y 45, Continúa la sesión de Asamblea.
-El excelentísimo                     señor presidente de la Nación continúa                     la lectura de su mensaje:
En el orden económico                     nuestra acción se ha cumplido también hacia                     la conquista de nuestra primera finalidad: la unidad nacional.
Entre los objetivos que                     nos fijamos para lograrla, nuestra doctrina señala,                     además del objetivo político, que es la soberanía                     política, un objetivo social que es la justicia social                     y un objetivo económico que es la independencia económica.
En este orden cosas,                     el objetivo económico tiene para nosotros la importancia                     de lo que, siendo fundamental, permitió levantar sobre                     sus estructuras el edificio de la realidad política                     y de la realidad social que estamos construyendo.
Están tan íntimamente                     unidos entre sí nuestros tres objetivos básicos,                     que no podríamos afirmar que hemos logrado uno de ellos                     sin conquistar al mismo tiempo los otros dos; y la unidad                     nacional tampoco sería posible sin las tres condiciones                     reunidas de justicia social, soberanía política                     y liberación económica. (Aplausos.)
Por eso la constitución                     justicialista ha incorporado a su Preámbulo nuestra                     irrevocable decisión de ser una nación - vale                     decir, una unidad nacional- socialmente justa, económicamente                     libre y políticamente soberana. (Aplausos prolongados.)
Existe sin embargo un                     cierto orden de prioridad entre los distintos objetivos que                     nos hemos señalado para lograr la unidad nacional.                     (Aplausos.)
Ya he dicho que para                     conseguir esta unidad era menester conseguir la coincidencia                     de todos los argentinos destruyendo las barreras que los separaban                     entre sí y de sus instituciones básicas.
Una de estas barreras                     era indudablemente la que representaba las injusticias que                     la oligarquía capitalista cometía explotando                     a los trabajadores con la complicidad o la indiferencia de                     los poderes encargados, como autoridad, del ejercicio de la                     justicia distributiva. (Aplausos.)
Por otra parte no es                     posible considerar que un pueblo es políticamente soberano                     cuando en su seno hay hombres privilegiados y hombres explotados.                     (Aplausos.)
¡No puede ser libre                     un pueblo cuya inmensa mayoría de hombres es de esclavos,                     del mismo modo que no puede ser jamás sojuzgado un                     pueblo de hombres libres! ¡La libertad de un pueblo                     reside en cada uno de los hombres y frente a esa libertad                     ningún poder de la tierra puede prevalecer! (Aplausos.)
De allí que la                     justicia social, base de la libertad política, ha sido                     nuestro gran objetivo.
Pero la justicia social no puede ser realizada por el gobierno de una nación que no posea el dominio de sus propias riquezas desde que la justicia social es fundamentalmente una tarea de retribución de bienes y, ante todo, de bienes materiales.
Pero la justicia social no puede ser realizada por el gobierno de una nación que no posea el dominio de sus propias riquezas desde que la justicia social es fundamentalmente una tarea de retribución de bienes y, ante todo, de bienes materiales.
Intentar la realización                     de la justicia social sin la previa o concomitante toma de                     posesión del manejo de las riquezas de la Nación                     hubiese sido locura imperdonable.
Hubiésemos terminado                     tal como lo deseaban nuestros adversarios: ¡con el absoluto                     desprecio de nuestro pueblo!....
Para realizar nuestro                     objetivo de justicia social advertimos en seguida que nos                     era necesario y urgente modificar la estructura interna de                     nuestra economía.
La economía del                     país era una economía capitalista, vale decir,                     una economía de explotación de todos los valores                     del país en todos sus órdenes.
El capitalismo no es                     otra cosa que el capital deshumanizado que no tiene otro afán                     que el de crecer a costa de cualquier cosa, ¡aun a costa                     de la explotación del hombre!
Para cambiar de sistema vimos que era necesario invertir el orden de las cosas haciendo que la economía nacional que entonces servía al capital lo subordinase de tal manera que el capital sirviese a la economía de la Nación. (Aplausos.)
Para cambiar de sistema vimos que era necesario invertir el orden de las cosas haciendo que la economía nacional que entonces servía al capital lo subordinase de tal manera que el capital sirviese a la economía de la Nación. (Aplausos.)
Parece fácil hacerlo                     porque es fácil decirlo. ¡Pero sólo Dios                     sabe cuánto nos ha costado realizar esa total inversión                     de sistema!
Aun seguimos luchando                     y sin duda la lucha continuará hasta que desaparezcan                     del escenario nacional las mentalidades egoístas que                     produjo el liberalismo económico. (Aplausos.)
En cuanto anunciamos                     nuestro programa económico toda la oligarquía                     capitalista del país se puso en nuestro camino para                     atajarnos y nos acusó de hacer economía dirigida.
Siempre dije que ése no era nuestro propósito. Tal vez recién ahora pueda dar las pruebas de mi afirmación, porque el panorama de las realidades está a la vista de todos los argentinos; y porque nuestras concepciones en esta materia han sido fijadas constitucionalmente.
Siempre dije que ése no era nuestro propósito. Tal vez recién ahora pueda dar las pruebas de mi afirmación, porque el panorama de las realidades está a la vista de todos los argentinos; y porque nuestras concepciones en esta materia han sido fijadas constitucionalmente.
Por otra parte, recién                     ahora, en diversas partes del mundo se nos empieza a dar la                     razón porque, ante la imperiosa necesidad de revisar                     los defectos del sistema capitalista para enfrentar con éxito                     al sistema económico comunista, se advierte que la                     solución no está en ninguno de los dos extremos                     sino en nuestra solución que pudiendo definirse como                     "economía social"es, en el orden económico,                     la tercera posición. (Aplausos.)
Para realizar la economía                     social, vale decir, para poner el capital al servicio de la                     economía nacional dándole como principal objeto                     el que representa el bienestar social, era menester que modificásemos                     algunos conceptos liberales y burgueses acerca de la propiedad.
Por eso en nuestra concepción                     económica la propiedad no es un derecho individual                     absoluto, sino relativo, desde que tiene la propiedad no solamente                     una función individual que cumplir sino una función                     social. (Aplausos.)
Puestas, pues, las cosas                     en su lugar, capital y propiedad individuales en función                     social, nuestra economía dejó de ser individualista                     sin pasar a ser colectivista, poniéndose de este modo                     en el justo medio que nos permite calificarla y denominarla                     con el nombre de economía justicialista. (Aplausos.)
Con estos principios                     básicos hemos procedido en el orden de nuestra economía                     interna.
Todas nuestras medidas                     económicas van dirigidas a lograr que esos principios                     tengan realidad, sobre todo en aquellos aspectos que se relacionan                     más directamente con el bienestar y la felicidad de                     nuestro pueblo, cuyo trabajo ha sido así justicieramente                     valorizado como debía ser en una sociedad como la nuestra                     que se precia de ser civilizada.
Pero, señores,                     en cuanto comenzamos la tarea de modificar la estructura económica                     interna; en cuanto entramos tan sólo superficialmente                     al estudio de sus factores determinantes, nos dimos cuenta                     de que nuestra economía era manejada desde fuera del                     país y que esa dependencia nos impediría cumplir                     nuestro propósito.
Así, por ejemplo,                     para retribuir con justicia el trabajo de nuestros agricultores                     necesitábamos tener el manejo del sistema de comercialización                     de los granos, que era propiedad de un monopolio internacional;                     necesitábamos tener el manejo de los transportes terrestres                     y marítimos porque en manos extranjeras esos mismos                     transportes debían rendir utilidades a capitales extraños                     a costa, sin duda, del productor rural; y necesitábamos,                     por la misma razón, tener el manejo de seguros y reaseguros,                     de los elevadores de granos, de los puertos, etc.
Para poder, en otro orden                     de cosas, retribuir mejor el trabajo de los obreros argentinos                     necesitábamos industrializar el país, y para                     ello era menester que tuviésemos el manejo de los créditos                     bancarios y el régimen de cambios, además de                     todo lo que señalamos como necesario para la justa                     retribución del trabajador agrario. (Aplausos.)
Para realizar la reactivación                     económica de todo el país era menester realizar                     ingentes y enormes obras públicas y para ello necesitábamos                     tener el manejo del dinero, en la misma forma que nos eran                     necesarios los ferrocarriles, los puertos, la flota mercante,                     etc. (Aplausos.)
Cuando pensamos solamente                     todo cuanto era necesario hacer para conseguir una cosa tan                     simple en apariencia como es la inversión del sentido                     de nuestra economía poniendo el capital a su servicio,                     nos dimos cuenta de que hacer todo eso significaba nada más                     pero nada menos que la misma independencia económica                     del país. (Aplausos.)
Y atraídos por                     el ideal cuya fuerza era superior a toda resistencia, nos                     lanzamos a la lucha.
La posguerra nos presentaba                     una magnífica oportunidad, y la aprovechamos.
En la historia argentina                     se han dado únicamente dos momentos propicios para                     hacer lo que nosotros hicimos: 1919 y 1946. (Aplausos.)
En 1919 los que hoy nos                     atacan perdieron la oportunidad que nosotros nos perdimos                     en 1946. (Aplausos.) Tal vez ello ocurrió así                     porque quienes están acostumbrados a vender y a entregarse                     no pueden de golpe comprar ni reconquistar.
Nosotros vimos la oportunidad.                     La previmos desde mucho tiempo antes. ¡Y la aprovechamos!
Tuvimos tal vez el grado                     necesario de valor como para jugarnos todo a una sola carta.                    
Y Dios se hizo criollo                     para premiar nuestra fe! (¡Muy bien! Los señores                     legisladores y ministros, como también el público                     de las galerías, de pie, aplauden insistentemente al                     señor presidente de la Nación, quien agradece                     las manifestaciones.)
Para hacer todo cuanto                     nos que no teníamos; la única solución                     era conseguirlo por los mismos medios con que nuestros explotadores                     extranjeros se habían convertido en capitalistas internacionales,                     por medio de los bancos cuyos créditos ilimitados utilizaban                     y por la comercialización de la riqueza nacional.
Nosotros hicimos simplemente                     lo mismo.
Los grandes capitalistas                     y los grandes monopolios que tuvo que soportar el país                     durante un siglo no hicieron otra cosa que eso para enriquecerse.                     Para comprara riquezas aquí o en el extranjero utilizaban                     en primer lugar el dinero de los bancos argentinos o de los                     bancos extranjeros existentes en el país, que eran                     extranjeros de nombre porque todo el dinero que manejaban                     era de los argentinos; y en segundo lugar, utilizaban el dinero                     que les producía las cosechas, los ganados y las demás                     riquezas argentinas, que compraban al precio que querían                     y vendían ganando diez, cien y mil veces sobre el precio                     que pagaban. (Aplausos.)
Si ellos lo hacían                     para enriquecerse ellos y gastar después ese dinero                     argentino en el extranjero a costa del sufrimiento y la explotación                     de nuestro pueblo, ¿por qué no íbamos                     a poder hacerlo nosotros que necesitábamos hacerlo                     para modificar la estructura económica del país                     y convertirlo en un país socialmente justo, en cuya                     dilatada extensión todos los hombres supiesen lo que                     es la dignidad humana, primera condición de la felicidad?                     (Aplausos.)
Por eso tomamos el sistema                     bancario en nuestras manos. Y por eso tomamos en nuestras                     manos el monopolio del comercio exterior.
Con el dinero argentino                     de los bancos y con el dinero argentino que nos produjeron                     los buenos negocios que hicimos con la venta de nuestra producción,                     pagando, sin embargo, buenos precios a nuestros productores,                     compramos todo lo que necesitábamos para tener el dominio                     total de la economía nacional.
Lo primero que recuperamos                     fue nuestra deuda exterior, por cuya existencia pagábamos                     millones de pesos en concepto de intereses.
Compramos luego los ferrocarriles,                     los teléfonos, los puertos, los transportes aéreos                     y marítimos, los seguros y reaseguros, los servicios                     de gas, de obras sanitarias, los elevadores de granos, innumerables                     usinas eléctricas del país, etc. (Los señores                     legisladores y ministros, de pie, así como también                     el público de las galerías, aplauden en forma                     prolongada, agradeciendo, igualmente de pie, el señor                     presidente de la Nación.)
Me permito repetir estas                     cosas ante vuestra honorabilidad, porque en estas realizaciones                     estriba el orgullo de mi gobierno; y en este mensaje que ha                     dedicado al héroe máximo de la independencia                     política pienso que nada ha de ser tan grato a su espíritu                     en la inmortalidad como la simple enumeración de todo                     cuanto nosotros hemos hecho para que aquella independencia                     política se coronase con nuestra independencia económica.                     (¡Muy bien! Aplausos prolongados. Los señores                     legisladores y los concurrentes a las galerías, de                     pie, aplauden insistentemente. El señor presidente                     de la Nación agradece poniéndose igualmente                     de pie.)
Recuerdo siempre que                     en cierta oportunidad, en 1945, hablando con algunas personas                     vinculadas a la economía privada, me referí                     a la independencia económica y mencioné las                     necesidades de hacer todo esto. Uno de mis oyentes, a quien                     no puede convencer que todo eso era posible, se retiró                     diciéndome, más o menos, que yo estaba loco.                     (Risas.)
A cinco años escasos                     de aquella fecha desearía preguntarle si sigue creyendo                     que estoy loco... (prolongados aplausos de los señores                     legisladores y ministros, puestos de pie, y del público                     de las galerías en igual forma, lo que agradece el                     señor presidente de la Nación poniéndose                     también de pie), ¡aunque cuando serenamente medito                     en todo cuanto nos ha costado realizar nuestros sueños                     debo reconocer que, efectivamente, en 1945 la independencia                     económica no podría parecer sino una locura!...
Es lo que todavía                     no pueden reconocer nuestros adversarios.
Es lo que todavía                     no alcanza a comprender la prensa "seria"del país.
Ellos no pueden concebir                     que hayamos conquistado la independencia económica                     sin ellos... y aun a pesar de ellos.
Y como no lo pueden concebir,                     nos están anunciando permanentemente próximos                     y definitivos descalabros. Desde que estamos en el gobierno                     vienen anunciando nuestra caída vertical económica                     y política. (Aplausos.)
Olvidan que nuestra fuerza                     es el pueblo. El pueblo es gran motor que nos ha permitido                     hacer todo cuanto hemos hecho, a pesar de ellos.
Ellos siguen esperando                     que cedamos al fin y contratemos algún empréstito.                     No se acuerdan que yo ha afirmado que me cortaré las                     manos (se ponen de pie y aplauden insistentemente los señores                     legisladores y ministros, así como el público                     de las galerías, agradeciendo el señor presidente                     de la Nación, igualmente de pie) antes de poner mi                     firma en el acta de ninguna cosa que signifique un préstamo                     a mi país.
Ellos saldrían                     gozosos a la calle a proclamarlo con pitos y sirenas si yo                     cumpliese la palabra que tengo empeñada definitivamente.                     ( Insistentes aplausos de los señores legisladores,                     señores ministros y público concurrente, puestos                     de pie.
El señor presidente                     de la Nación, también de pie, agradece las manifestaciones                     de adhesión.)
Felizmente, mientras                     ellos anuncian la próxima firma de un empréstito,                     nosotros nos permitimos el lujo de comprar 60 toneladas de                     oro. (Aplausos.)
Esa ha sido nuestra respuesta                     de siempre... ¡Una realidad por cada mentira! (Aplausos.)
Convertida nuestra economía                     interna en economía social, y conquistada nuestra independencia                     económica, pudimos idear y lanzar a la ejecución                     el primer plan de trabajos públicos que haya conocido                     la Nación.
Largo sería enunciar                     la innumerable serie de obras públicas que llevamos                     realizada.
Para ilustrar en forma sumaria a los señores diputados y senadores hemos puesto a disposición de cada un ejemplar de una publicación gráfica que prueba todo cuanto hemos construido en el país, durante estos cuatro años de mi gobierno, cumpliendo con las promesas que hicimos al pueblo cuando asumimos el poder.
Para ilustrar en forma sumaria a los señores diputados y senadores hemos puesto a disposición de cada un ejemplar de una publicación gráfica que prueba todo cuanto hemos construido en el país, durante estos cuatro años de mi gobierno, cumpliendo con las promesas que hicimos al pueblo cuando asumimos el poder.
Allí están                     perfectamente individualizadas gran parte de las innumerables                     obras realizadas a lo largo y a lo ancho del país.
Cualquier argentino pude                     comprobar que todo cuanto allí se afirma es una realidad.
No solamente ha construido el gobierno el gobierno nacional por sí mismo. También ha construido las provincias. Mi gobierno ha alentado la iniciativa de la producción por medio de la cooperación económica y financiera que les ha prestado dentro de la concepción federalista práctica a que ya me he referido.
No solamente ha construido el gobierno el gobierno nacional por sí mismo. También ha construido las provincias. Mi gobierno ha alentado la iniciativa de la producción por medio de la cooperación económica y financiera que les ha prestado dentro de la concepción federalista práctica a que ya me he referido.
Es verdad que algunas                     provincias han construido más que otras, pero ello                     se ha debido a distintos factores , que no es del caso analizar                     en esta oportunidad.
Me permito estacar, sin                     embargo, a la consideración de vuestra honorabilidad,                     saliéndome un poco de las normas habituales, la magnitud                     de la obra realizada por el gobierno de la provincia de Buenos                     Aires, que honra al movimiento por su capacidad constructiva.                     (¡Muy bien! Los señores legisladores y ministros,                     como también el público de las galerías,                     de pie, aplauden insistentemente al señor presidente                     de la Nación, quien agradece las manifestaciones.)
Organizado ahora el sistema                     de coordinación y planificación nacional con                     la creación y funcionamiento de los consejos interministerial                     coordinador y coordinador federal, hemos obtenido así                     la elaboración anual de los planes integrales de trabajos                     públicos, con lo que se ha logrado el ordenamiento                     necesario para la buena y lógica distribución                     de las obras de gobierno.
Espero someter a la aprobación                     de vuestra honorabilidad durante este período de sesiones                     que hoy inauguro, la ley básica de planificación                     integral de la Nación que nos permitirá en lo                     sucesivo trabajar con un permanente, claro y definido plan                     de obras que produzca la reactivación armónica                     de toda la Nación.
Si en cuanto a las obras públicas nuestro
Si en cuanto a las obras públicas nuestro
Si en cuanto a las obras                     publicas nuestro sistema económico nos permitió                     hacer todo lo que el país tiene ante sus ojos, no menos                     importante es lo que nos permitió realizar, por vía                     indirecta, en orden a la industrialización del país.
Mucho han hablado y mucho                     han mentido también nuestros adversarios en este aspecto                     de nuestra acción.
Lo que ocurre en esta                     materia es similar a lo que mencionaba recién con respecto                     a la independencia económica.
El país ha tenido                     solo dos oportunidades para industrializarse, y ellas han                     sido determinadas por las dos guerras mundiales que nuestra                     generación ha debido soportar.
La industrialización                     que comenzó en 1914 y se desarrollo durante toda la                     primera guerra mundial, cayo en seguida en decadencia durante                     la posguerra inmediata, debido a la ausencia total de previsiones                     gubernamentales que debieron proteger a aquella industria                     que prometía progresar rápidamente en nuestro                     país.
Lo que ocurrió                     en la primera posguerra no pudo suceder en esta segunda oportunidad                     porque nosotros habíamos tomado las previsiones necesarias                     del Consejo Nacional de Posguerra. (Aplausos.)
Hoy puedo anunciar ante                     vuestra honorabilidad que la industrialización del                     país sigue su marcha ascendente cada vez con mayores                     posibilidades, y si en este sentido no bastase la simple rápida                     visión de cualquier rincón de nuestra patria,                     algunas cifras estadísticas darían la prueba                     de mi afirmación.
En 1943 se solicitaron                     8.700 marcas de fabricas y 1.734 patentes de invención.                     En 1940 las solicitudes de marcas de fabricas ascendieron                     a 16.039 y a 5.016 las nuevas patentes de invención.
En índice de producción                     industrial continua creciendo uniformemente sin las que las                     dificultades que hemos tenido durante el año 1949 hayan                     logrado disminuirlo.
Mi gobierno ratifica                     hoy ante vuestra honorabilidad su decisión inicial                     de auspiciar la creciente industrialización de la Nación                     porque seguimos creyendo que en nuestro país puede                     y debe producirse el ciclo integral del proceso económico,                     que se inicia en la producción agropecuaria y termina                     en la mas alta industria.
Cuando lleguemos a ese                     nivel definitivo la independencia económica será                     total y podremos servir con la mayor eficiencia también                     a la causa de todos los pueblos.
Tal vez no sea inútil                     repetir que el sentido de nuestra independencia económica                     no es de orden aislacionista. No podría concebirse                     así de ninguna manera. Seria una orientación                     opuesta a nuestra misma tradición de solidaridad que                     mantenemos con los demas pueblos del mundo, en especial con                     nuestros hermanos de América desde el mismo momento                     de nuestra emancipación política. (Aplausos.)
El dia que fuimos libres                     no nos basto con serlo únicamente dentro de nuestras                     fronteras, y salimos con nuestro primer Capitán por                     las rutas de américa para sellar con nuestra sangre                     la libertad de Chile y del Perú. (Aplausos.)
El dia que tuvimos que                     darnos una constitución, no pensamos solamente en nosotros,                     y en su Preámbulo magnifico anunciamos al mundo que                     nuestra libertad era para nosotros, para nuestros hijos y                     para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo                     argentino. (Aplausos.)
Ahora que somos económicamente                     libres no nos conformamos tampoco con serlo a solas, y es                     por eso que en mi mensaje de paz de 1947 y en la reciente                     sesión extraordinaria del Consejo Interamericano Económico                     y Social hemos ratificado nuestra decisión de acudir                     con nuestra cooperación técnica donde sea necesario                     y dentro de nuestras posibilidades para reactivación                     de las economías de los países hermanos de América                     que la deseen. (Aplausos.) Nuestros principios en esta materia                     son claros y bien definidos. Unicamente adversarios sin escrúpulos                     pueden tratar de atribuirnos torcidas intenciones.
Nosotros sostenemos que                     para reactivar la economía de los pueblos es prudente                     y conveniente crear en ellos las fuentes de trabajo necesarias                     para que todos sus habitantes puedan incrementar el nivel                     de vida que poseen.
Esto se logra por la                     adquisición de la producción de las naciones                     que tienen problemas economicosociales de esta naturaleza                     y por la consecuente industrialización. En este sentido                     nuestro país, aun en plena tarea de su propia reactivación,                     esta dispuesto a brindar su colaboración técnica                     a los países de América en las forma en que,                     a pesar de todas sus dificultades , ha tratado de hacerlo                     hasta la fecha. (Aplausos.) en orden también a la industrialización                     del país y para terminar con el tema quiero hacer algunas                     observaciones mas cerca de los capitales extranjeros que deseen                     radicarse en el país.
Nuestros adversarios,                     en su afán político, han intentado tácticas                     distintas para mostrarnos ante la opinión publica como                     equivocados o como malos defensores de los intereses de la                     nación.
Y utilizando los servicios                     de algunos medios de información tendenciosos, han                     intentado demostrar fuera del país que nuestro clima                     económico era desfavorable para la radicación                     de capitales extranjeros.
Por otra parte, y surgiendo                     aquí como defensores de los intereses económicos                     del país, casi como si ellos hubiesen hecho la independencia                     económica, han tratado, por todos los medios posibles,                     de tergiversar nuestras intenciones cada vez que hemos dictado                     algunas medidas favorables a la introducción de capitales                     y de empresas extrajeras.
Felizmente los creadores de la independencia económica somos nosotros y no ellos. (Aplausos.)
Felizmente los creadores de la independencia económica somos nosotros y no ellos. (Aplausos.)
Nosotros nos hemos ganado                     el derecho de conceder franquicias a los capitales que quieran                     venir a nuestra tierra y lo haremos cuantas veces sea necesario                     sin que nuestra conciencia nos acuse un solo instante, porque                     no solo hemos luchado por la liberación del país,                     sino que también hemos asegurado esa liberación                     en clausurarlas constitucionales perfectamente claras.
Pueden venir a nuestro                     país todas las empresas extranjeras que deseen y pueden                     trabajar libremente y tal vez con mayor libertad que en cualquier                     otra parte del mundo.
Nuestra constitución                     les asegura que "toda actividad económica, salvo                     la importación y exportación, se organizara                     conforme a la libre iniciativa privada", con la única                     limitación que expresamente se declara en la misma                     ley fundamental de la Nación, diciendo "siempre                     que no tenga por fin ostensible o encubierto dominar los mercados                     nacionales, eliminar la competencia o aumentar usurariamente                     los beneficios". (Aplausos.)
El campo de actividades                     posibles es enorme, casi infinito. Todo esta por hacerse.                     Podríamos ser el país mas grande de la tierra                     en el orden económico. Y aunque nuevamente esto parezca                     una locura, queremos serlo. (los señores legisladores                     y ministros, de pie, así como también el publico                     de las galerías, aplauden en forma prolongada, agradeciendo,                     igualmente de pie, el señor presidente de la Nación.)                     tenemos para ello toda esta patria que dios nos ha regalado,                     y tenemos un pueblo de hombres dignos dispuestos a trabajar                     sin desmayos…con una sola condición, eso si, que                     ya no abandonara jamas: el respeto absoluto de su dignidad.                     (Aplausos.)
Dentro del ordenamiento                     económico del país debemos considerar también                     y en forma muy especial los aspectos que se relacionan con                     nuestra producción básica agropecuaria.
Nuestros opositores afirman,                     felices, creyendo que han comprobado un error nuestro, que                     ahora volvemos al campo. 
Errores, es verdad, hemos                     cometido; y seguiremos cometiéndolos desde que errar                     es humano. 
Pero en este no hemos                     cometido el error que ellos nos atribuyen porque no volvemos                     al campo como ellos dicen.
A poco que se analice                     podrá verse si se trabaja con buena intención,                     como todo hemos hecho ha sido precisamente para asegurar un                     promisorio porvenir a la economía agropecuaria. 
Si Estados Unidos, cuyo                     grado de industrialización es enorme, se considera                     aun a si mismo un país agropecuario y su gobierno actúa                     en consecuencia, !como podremos pensar otra cosa nosotros                     que en el orden industrial recién comenzamos!
Cuando la economía                     de un país es puramente agropecuaria, como era la economía                     que encontramos, si no tiene un mercado interno que cubra                     con sus requerimientos toda la producción, fatalmente                     ha de depender de los precios del mercado exterior, y ha de                     estar a su arbitrio. Eso era lo que sucedía en 1943.
Nosotros pensamos entonces                     que debíamos lograr la mayor independencia posible                     para la colocación de nuestra producción agropecuaria.
Por eso propiciamos la                     industrialización del país. El proceso industrial                     actúa sobre el proceso agropecuario de dos maneras:                     elevando por un lado el standard de vid de los trabajadores,                     aumentando con ello el consumo; y por otro lado, valorizando                     la producción agropecuaria cuando el proceso industrial                     se ejerce directamente sobre el proceso básico de producción                     agropecuaria.
Que hemos conseguido,                     en este orden de cosas, nuestros objetivos, lo señala,                     por ejemplo, el enorme aumento del consumo interno de nuestra                     producción.
De la faena ganadera                     en fabricas y grandes frigoríficos solamente, la parte                     destinada al consumo, que en 1945 era de 382.100 toneladas                     en bovinos, ascendió en 1949 a 545.000 toneladas. (Aplausos.)
En cuanto a la industrialización                     misma de nuestros productos básicos citare el ejemplo                     del lino, porque ha sido utilizado con la mala intención                     por nuestros adversarios. Sosteníamos nosotros que                     con la fabricación del aceite del lino y luego de pintura                     íbamos a valorizar el lino. Por circunstancias extrañas                     a nuestra voluntad no pudimos seguir colocando nuestro aceite                     de lino; y nuestros adversarios comenzaron a gozar lo que                     ellos consideraban un fracaso peronista.
En primer lugar se equivocaban                     como argentinos: nuestro propósito era evidentemente                     sano y loable. (Aplausos.) si triunfábamos, la ventaja                     material no hubiese sido nuestra, ciertamente. Incluso hubiesen                     ganado ellos, que todavía siembran o mejor dicho "hacen"                     sembrar lino en sus campos. Ante nuestras aparentes dificultades                     salieron en seguida a proclamar un nuevo y gran fracaso del                     gobierno, alegres, como si el fracaso nuestro no hubiese sido                     en cierto modo el fracaso del país. (Aplausos.)
Poco a poco, sin embargo,                     la situación ha ido normalizándose y ya colocamos                     de nuevo nuestro aceite de lino en el mercado exterior. De                     este modo nuestros compradores no pagan ya únicamente                     el lino; pagan también el sustento de miles de obreros                     argentinos de la industria aceitera. 
Me complazco en señalar                     el único ejemplo que no favorece tanto nuestra posición                     en esta materia, y por eso insistimos en que por vía                     de la industrialización directa, se lograra una mayor                     valorización de la producción agropecuaria.
Además, la industrialización                     bien conducida podrá proveer oportunamente de maquinarias                     y elementos útiles a la producción agropecuaria                     y se cerrara así también, por este lado, el                     ciclo del proceso económico, que de esta manera recuperara                     su equilibrio.
Tan importante como la                     industrialización del país, en vinculación                     directa con la producción agropecuaria, es, sin duda,                     lo que hemos hecho al nacionalizar el sistema de comercialización                     exterior, suprimiendo los monopolios que lo dominaban.
Este hecho constituye,                     podemos decir con toda verdad, el punto inicial de nuestra                     reforma en el orden económico, ya que desde ese momento                     se cambia en forma total nuestro sistema de comercio, en especial                     en relación con el comercio exterior de nuestras cosechas.
Desde ese momento, los                     intereses internos y externos con relación al país                     desataron su campaña de calumnias y de insidias y entre                     otras cosas nos consideraron enrolados en una política                     totalitaria de economía dirigida.
Es interesante que, pasando                     un poco el momento mas agudo de la campaña antiargentina                     desatada por los intereses mencionados, hagamos algunas reflexiones                     sobre este aspecto de nuestra acción económica.
En cuanto nacionalizamos                     el sistema de comercialización de nuestros productos,                     lógicamente fijamos los precios que queríamos                     cobrar por ellos.
Por aquellos mismos tiempos,                     es una reunión internacional, se fijo el precio mundial                     de un del trigo, muy inferior al fijado por nosotros y que                     no aceptamos nunca para nuestras operaciones comerciales.
Yo no quiero discutir                     el derecho que aquella conferencia tenia que fijar el precio                     mundial de un producto que solamente tres o cuatro naciones                     pueden lanzar al mercado internacional.
Pero me permito recordar                     ahora que quienes entonces nos acusaban del exterior de hacer                     una política totalitaria de economía dirigida,                     veían con buenos ojos el dirigismo económico                     internacional que era, ni mas ni menos, el que sancionaba                     como método la conferencia mundial del trigo fijando                     sus precios internacionales. (Aplausos.)
Nuestros detractores                     en el orden interno no procedían tampoco de una manera                     mas lógica.
Hemos visto a los "dirigentes"                     de las entidades rurales proclamar en todas partes que el                     gobierno se enriquecía a expensas del productor agrario,                     y eso era una tremenda injusticia contra la que era menester                     reaccionar no sembrando mas…, pero ellos sembraban, mejor                     dicho, !hacían sembrar!, porque los precios no eran                     tan malos…
Los hemos visto agitando                     permanentemente el campo argentino, explotando la buena fe                     de nuestros colonos, hasta que un dia mostraron la hilacha                     y, creyendo que habían sembrado bastante prestigio                     con tanta charla, !sacaron sus candidaturas políticas!
!por suerte para el país, ni los ingenuos creyeron en ellos, porque hasta los ingenuos tiene un poco de memoria!…(Risas y aplausos.)
!por suerte para el país, ni los ingenuos creyeron en ellos, porque hasta los ingenuos tiene un poco de memoria!…(Risas y aplausos.)
Lla comercialización                     de nuestra cosecha fue realizada a buen precio, pagando, sin                     embargo, buenos precios al productor, muy distintos de los                     que recibió en la posguerra. Y el saldo favorable de                     los buenos negocios que hicimos nos permitió crear                     nuestra flota mercante, adquirir los ferrocarriles, los puertos                     etcétera, vale decir, consolidar totalmente el sistema                     que desde entonces nos permite actuar libremente en el mercado                     internacional vendiendo nuestra producción al país                     que nos pague mas y mejor. (!Muy bien! Aplausos prolongados.                     Los señores legisladores y los concurrentes a las galerías,                     de pie, aplauden insistentemente. El señor presidente                     de la Nación agradece poniéndose igualmente                     de pie.)
Los hombres del campo                     argentino pueden estar tranquilos ahora. No volverán                     los tiempos en que sembrar era toda una aventura que no solo                     dependía del tiempo sino de otros factores todavía                     mucho mas variables como la disponibilidad de vagones y de                     bodegas, al precio arbitrario de los monopolios extranjeros                     e incluso el buen o mal humor de nuestros dos o tres compradores                     que nos amenazaban permanentemente con irse a otros mercados                     con sus barcos y dejarnos con la cosecha pudriéndose                     en los puertos argentinos.
!Y esto no es una formula                     literaria! !Esto sucedió en este mismo país                     y lo han comprobado nuestra misma generación! (Aplausos.)
Nuestro comercio exterior                     ha conocido durante mi gobierno las mas elevadas cifras de                     la historia nacional, tanto en importaciones cuanto en exportaciones.
Y si bien durante el                     año 1949 la situación internacional en materia                     monetaria ha determinado una disminución general de                     nuestro comercio, ya puede advertirse un promisorio ascenso                     en las curvas estadísticas que lo expresan, y ello,                     unido a nuestra política sana de convenios y en especial                     al éxito de nuestra política de franqueza cordial                     para los Estados Unidos, nos permite anunciar que la República                     argentino no tiene ningún problema económico                     de gravedad y que sus hijos pueden seguir trabajando con optimismo                     por la grandeza de la Nación, que es la felicidad particular                     de todos los argentinos. (Aplausos prolongados.)
La posesión del                     manejo de nuestro comercio de importación y de exportación                     no podrá ya ser de ninguna manera discutida al Estado                     desde que hemos tenido cuidado de consolidarla en la nueva                     Constitución. Tampoco podrá ser anulada en la                     practica porque hemos nacionalizado al mismo tiempo todo el                     sistema que asegura el ejercicio total de este derecho que                     asume el Estado argentino.
Así, por ejemplo,                     si no hubiésemos creado la flota mercante no hubiese                     sido posible realizar el transporte de nuestros productos.
Hoy puedo anunciar a                     vuestra honorabilidad que si en 1946 cargábamos la                     decimocuarta parte de las cargas de nuestros puertos, en 1949                     cargamos ya la octava parte y seguimos incrementando el tonelaje                     de nuestra flota mercante del mundo. (Se ponen de pie y aplauden                     insistentemente los señores legisladores y ministros,                     así como el publico de las galerías, agradeciendo                     el señor presidente de la nación igualmente                     de pie.) !Y esta es, señores, otra de nuestras locuras                     de 1945…! (Aplausos prolongados.)
Con una flota mercante                     argentina de esta magnitud, con el dominio de los ferrocarriles,                     con el manejo de los seguros y reaseguros, con la ingente                     flota de transportes terrestres que hemos creado y puesto                     en manos de los hombres de nuestra tierra, con los puertos                     y elevadores argentinos, ya podemos darnos el lujo de fijar                     los precios que hemos fijado a la producción de cereales                     y con la anterioridad con que los hemos establecidos.
Por otra parte no estamos                     ya en la situación colonial de 1943. No tenemos un                     comprador único. Nuestros compradores están                     en todos los países del mundo !y nadie podrá                     en lo sucesivo "extorsionarnos"… ! (Aplausos.)
!Esta es una prueba mas,                     por si faltase alguna, de que la independencia económica                     que proclamamos en Tucumán era algo mas que una declaración                     literaria de principios…!
No se me escapa que en                     orden a la producción agropecuaria la industrialización                     del país ha creado un cierto desequilibrio en la mano                     de obra que indudablemente ha actuado como una causa eficiente                     en la disminución de las áreas sembradas, en                     especial sobre el área del maíz, cuyo proceso                     de recolección requiere mayor cantidad de brazos.
Por este motivo pusimos                     en este año todo nuestro empeño en dotar al                     agro de los elementos mecánicos necesarios para que                     la siembra de 1950 sea la que el país necesita para                     mantener el ritmo de su economía; y, por otra parte,                     hemos adoptado una serie de medidas tendientes a estimular                     al productor agrario.
Yo me permito pedir la                     colaboración de vuestra honorabilidad, que por anticipado                     descuento, para que en forma conjunta y en forma personal                     los señores legisladores apoyen la acción del                     Poder ejecutivo en esta campaña de reactivación                     agraria.
Es necesario crear conciencia                     en el campo argentino de que no debe haber un solo lugar de                     tierra que pudiendo producir no produzca, y en este sentido                     tal vez no sea oportuno adoptar las medidas legales tendientes                     a hacer efectivo el principio constitucional que asigna a                     la propiedad privada una función social. (Aplausos.)
Por otra parte, y a fin                     de remediar la carencia de brazos y de aumentar el número                     de tierras laborales, hemos realizado y seguiremos trabajando                     con una bien definida política de colonización.
Nuestro principio que                     declara que la tierra debe ser de quien la trabaja se ha concretado                     en la colonización de numerosos latifundios.
Las cifras estadísticas                     de esta acción son concluyentes.
En 1944 el Banco de la                     Nación solamente entregó 2.369 hectáreas                     de tierra a 237 familias.
En 1949 el mismo banco                     entregó 68.000 hectáreas a 4.200 familias. (Aplausos.)
En orden al principio                     peronista, que dice que la tierra es un bien de trabajo y                     no un bien de renta, se ha fijado una nueva rebaja sobre lo                     arrendamientos rurales, medida que esperamos repercuta directamente                     sobre la producción en forma fehaciente.
Todos estos aspectos                     de la economía y todas las consideraciones que me he                     permitido presentar a la consideración de vuestra honorabilidad,                     son solamente algunas de las realidades que nuestro movimiento                     puede ofrecer al país como consecuencia directa de                     su acción.
En la memoria correspondiente                     a los respectivos ministerios que integran el equipo económico                     hallarán los señores legisladores las cifras                     estadísticas y los hechos complementarios de mi exposición                     en este aspecto de mi mensaje.
Lo fundamental es, sin                     embargo e insisto en ello porque en ello estriba mi orgullo                     de argentino y de peronista (insistentes aplausos de los señores                     legisladores, señores ministros y público concurrente,                     poniéndose de pie. El señor presidente de la                     Nación, también de pie, agradece las manifestaciones                     de adhesión), haber creado un nuevo sistema económico                     en el mundo, el sistema de la economía social, y haberlo                     asegurado como realidad nacional por la independencia económica.
Solamente de esta manera                     era posible realizar íntegramente la justicia social.
Ahora sí podemos                     hablar de los aspectos sociales de la nueva Argentina.
Podrán criticarnos                     errores de detalle. Podrán decir que en esto o en aquello                     nos hemos equivocado. Pero la verdad es que no nos debemos                     haber equivocado tanto desde que el pueblo es feliz…(aplausos)                     desde que los que eran ¨ descamisados ¨ en 1945 ya                     no son ¨ descamisados ¨ (aplausos), aunque les guste                     y nos guste llamarlos así como un homenaje al ¨                     descamisado ¨ que todos los peronistas llevamos en el                     corazón. (¡Muy bien¡ Los señores                     legisladores y ministros, como también el público                     de las galerías, de pie, aplauden insistentemente al                     señor presidente de la Nación, quien agradece                     las manifestaciones.)
La verdad es que, mientras                     todos los países están siendo constantemente                     amenazados por el hambre, nosotros seguimos recibiendo el                     cariño efusivo de un pueblo que nos quiere precisamente                     porque está satisfecho.
Esa es una realidad que,                     estando en la calle, basta salir a la calle para verla.
No nos debemos haber equivocado tanto.
No nos debemos haber equivocado tanto.
Sólo nos falta                     para consolidar todo esto limar algunos detalles, equilibrar                     un poco las cargas.
El porvenir dirá                     después indudablemente que, si la nuestra fue una locura,                     fue una bella locura, porque la hicimos realidad. (Aplausos.)
En cambio la locura de                     quienes viendo no creyeron ¡ésa sí que                     es una triste locura¡ (los señores legisladores                     y ministros de pie, así como también el público                     de las galerías, aplauden en forma prolongada, agradeciendo                     igualmente de pie, el señor presidente de la Nación.)
Sr. Presidente. - Invito                     a la Honorable Asamblea a pasar a un breve cuarto intermedio.
- Así se hace siendo las 10 y 40.
- Siendo las 11 y 5, dice el
- Así se hace siendo las 10 y 40.
- Siendo las 11 y 5, dice el
Sr. Presidente. - Continúa                     la sesión de Asamblea.
- El excelentísimo                     señor presidente de la Nación continúa                     la lectura del mensaje: 
En el orden social nuestra                     realidad satisface con mayor plenitud aún que en lo                     órdenes político y económico las aspiraciones                     de nuestros comienzos en la lucha y en el gobierno.
Lo que quisimos ser es                     lo que somos.
De ningún modo                     queremos decir con ello que hayamos alcanzado en materia social                     el máximo ideal.
Sería creer que                     el progreso social tiene un límite natural; y la verdad                     es que todos cuantos conocemos un poco la historia de los                     pueblos sabemos perfectamente bien que la sociedad humana                     ha seguido, en el devenir de su vida, una marcha ascendente,                     a pesar de sus momentáneas caídas o descensos;                     y ello nos permite suponer que posee la fuerza interior suficiente                     como para seguir progresando en su ordenamiento intrínseco.
Nuestro concepto optimista                     y positivo de la historia, optimista aún a pesar de                     los momentos actuales realmente difíciles, nace de                     nuestra profunda fe en los valores humanos, sobre todo con                     relación a aquellos que radican en el espíritu                     del hombre.
Por eso al clausurar el 1º Congreso Nacional de Filosofía, afirmé nuestra concepción positiva de la sociedad diciendo:
¨ El progreso social no debe mendigar ni asesinar, sino realizarse por la conciencia plena de su inexorabilidad. ¨
Por eso al clausurar el 1º Congreso Nacional de Filosofía, afirmé nuestra concepción positiva de la sociedad diciendo:
¨ El progreso social no debe mendigar ni asesinar, sino realizarse por la conciencia plena de su inexorabilidad. ¨
¨ Esta comunidad,                     que persigue fines específicos y materiales, que tiende                     a superarse, que ansía mejorar y ser más justa,                     más buena y más feliz, en la que el individuo                     pueda realizarse y realizarla simultáneamente, dará                     al hombre futuro la bienvenida desde su alta torre, con la                     noble convicción de Spinozza: ¨ Sentimos, experimentamos                     que somos eternos.¨
Por tales y tan fundamentales                     razones creemos que es posible un continuo y mayor perfeccionamiento                     de nuestra estructura social; pero de lo que hemos conseguido                     realizar estoy íntimamente satisfecho, y puedo decir                     con toda verdad que supera a cuanto queríamos hacer                     en el momento incierto en que empezamos la lucha por la felicidad                     de nuestro pueblo. (Aplausos.)
También en este                     orden de cosas nuestra doctrina es clara y simple como en                     todos los aspectos que hemos considerado.
Frente a un mundo absolutamente                     dividido en dos fracciones diametralmente opuestas de individualismo                     y colectivismo, nosotros realizamos en nuestro país,                     y proponemos a la humanidad, la doctrina del equilibrio y                     la armonía del individuo y la colectividad por la justicia                     social que dignifica al trabajo, que humaniza el capital,                     que eleva la cultura social, que suprime la explotación                     del hombre por el hombre, que produce la realidad positiva                     de los derechos del trabajador, del anciano, del niño                     y de la familia (aplausos), de tal manera que el ¨ nosotros                     ¨ de la sociedad se realiza y perfecciona por el yo individual,                     dignificado como persona humana.
Ese fue el propósito                     que anunciamos en 1943. Lo repetimos por todo el país                     durante el período revolucionario propiamente dicho.                     Me sirvió de bandera en la campaña preelectoral                     de 1946. Lo anuncié como programa social el 4 de junio                     de 1946 en este mismo recinto al tomar posesión del                     poder. Lo establecimos constitucionalmente en 1949. Y lo seguiremos                     alentando, consolidando y perfeccionando convencidos de que                     vamos por el camino de las verdaderas soluciones, desde que                     el pueblo sigue con nosotros con su misma fe y con su mismo                     entusiasmo. (Aplausos.) Por eso, después de la finalidad                     esencial de nuestro movimiento: lograr la unidad nacional,                     señalamos como objetivo inmediato de nuestra acción                     el de la justicia social y nos dedicamos con todas nuestras                     energías a la tarea de hacerla efectiva en todo el                     país.
Por las mismas razones                     la nueva Constitución (aplausos), después de                     establecer que mantenemos nuestra irrevocable decisión                     de ser una Nación, vale decir, una unidad nacional,                     señala las características fundamentales de                     esa unidad y, en primer lugar, la de ser socialmente justa.
Pero la justicia social                     no es en la nueva Constitución únicamente una                     expresión de deseos escrita en el Preámbulo.                     Ella campea en todo su texto renovado, infundiéndole                     un espíritu distinto que no puede ser sino denominado                     ¨ de justicia social ¨. (Aplausos.)
Aun las previsiones económicas                     y políticas de la nueva Constitución no se entienden                     sino se las considera como elementos básicos de una                     Nación socialmente justa. Por eso mismo, la Constitución                     de 1949 tiene para el pueblo un carácter esencial definitivo,                     y el mismo es el que, en su intuición maravillosa,                     nos ha enseñado a denominarla ¨ Constitución                     Justicialista ¨
Las realidades sociales                     que nuestro gobierno ha logrado, de acuerdo con nuestras esperanzas                     de 1943 y nuestras promesas y planes de 1946, están                     en cualquier parte de la Nación y de ellas es testigo                     y es prueba cada uno de los hombres y mujeres que en los campos                     y en las ciudades luchan con un nuevo sentido de la vida,                     del trabajo, y de la misma patria, que ya no es para ellos                     el nombre vacío de una realidad ausente, sino la permanente                     presencia de una forma viva que, como una madre de verdad,                     protege a sus hijos con el abrazo de la justicia y del amor.                     (Aplausos.)
Aunque en 1943 fijamos                     como finalidad básica de nuestro movimiento la unidad                     nacional, no insistimos en ella para nuestra prédica.
La unidad nacional era,                     en aquellos tiempos, también una palabra vacía                     de sentido intrascendente para el pueblo argentino.
Divididos como estábamos                     en explotadores y explotados, en privilegiados y réprobos,                     hablar de la unidad nacional hubiese sido ridícula                     pretensión de teorizantes.
Nos decimos entonces                     por el camino de la realidad…¡y la realidad era                     un pueblo de trabajadores explotados por un capitalismo nacional                     e internacional deshumanizado que impedía a los argentinos                     levantar la cabeza de sus esperanzas…! ¡ La realidad                     era un pueblo marchando con las espaldas encorvadas mirando                     al suelo, hacia un destino que desconocía y que ni                     siquiera intentaba conocer…! ¡Qué íbamos                     a hablar de la unidad nacional, de la patria o de sus símbolos                     a ese pueblo! (los señores legisladores y ministros,                     de pie, así como también el público de                     las galerías, aplauden en forma prolongada, agradeciendo,                     igualmente de pie, el señor presidente de la Nación.)
¡Ahora sí                     puede hablársele de la unidad nacional, de la patria                     y de sus símbolos, porque solamente con la cabeza erguida                     es posible advertir en el cielo el brillo de las estrellas                     de los altos ideales y solamente con la cabeza erguida es                     posible contemplar en lo alto de los mástiles el tremolar                     de las banderas. (Aplausos.)
por eso la justicia social fue siempre nuestro primer objetivo.
por eso la justicia social fue siempre nuestro primer objetivo.
La coincidencia de todos                     los argentinos en los aspectos fundamentales de la vida del                     país no podía ser lograda sin destruir previamente                     todas las barreras que nos dividían.
Destruir las barreras políticas del fraude y de la venalidad (aplausos) que separaban al pueblo del gobierno fue solamente un paso en aquel afán, pero de nada hubiese valido si no hubiésemos tratado de conseguir en seguida la destrucción de las barreras sociales que dividían a los argentinos en señores y en esclavos, lo mismo que en las épocas más remotas y obscuras de la antigüedad.
Destruir las barreras políticas del fraude y de la venalidad (aplausos) que separaban al pueblo del gobierno fue solamente un paso en aquel afán, pero de nada hubiese valido si no hubiésemos tratado de conseguir en seguida la destrucción de las barreras sociales que dividían a los argentinos en señores y en esclavos, lo mismo que en las épocas más remotas y obscuras de la antigüedad.
Que no exagero diciendo                     que en 1943 había esclavos en la República Argentina                     pueden probarlo, con el testimonio de sus propios sufrimientos,                     los peones de campo, los hacheros de los obrajes, los trabajadores                     de la caña de azúcar y de los yerbatales (insistentes                     aplausos de los señores legisladores, señores                     ministros y público concurrente, puestos de pie. El                     señor presidente de la Nación, también                     de pie, agradece las manifestaciones de adhesión),                     las mujeres del servicio doméstico; en una palabra,                     todos los que durante muchos años no tuvieron otro                     remedio que aguantar la opresión de sus patronos ante                     las puertas cerradas del ignominioso Departamento Nacional                     de Trabajo, en cuyos recintos todos los días el gobierno                     se lavaba las manos como Pilatos, entregando a los trabajadores                     a las manos vengativas de sus patronos.
El día que creamos                     la Secretaría de Trabajo y Previsión, 27 de                     noviembre de 1943 (aplausos), es para mí el día                     inicial de nuestro movimiento. Desde ese instante la revolución                     adquirió un nuevo sentido y se largó por un                     camino sobre el cual no podría ya volverse jamás.
En aquellos tiempos todavía                     el gobierno de la revolución de junio estaba siendo                     sometido permanentemente al asedio de los grupos políticos                     de la vieja oligarquía, que deseaban infiltrarse en                     nuestro movimiento.
Seguían la táctica                     que había malogrado muchas revoluciones.
Nosotros los veíamos                     llegar a los umbrales mismos de la Casa de Gobierno e incluso                     advertíamos con amargura cómo la vieja mentalidad                     conservadora copaba algunas posiciones fundamentales en algunos                     ministerios de la Nación.
Casi nunca los gestores                     iniciales de un movimiento revolucionario están de                     acuerdo en sus objetivos esenciales.
Al decidirse un movimiento                     sólo se advierte la necesidad de realizarlo. Después                     de realizado, por lo general, aparecen las divergencias de                     opinión acerca de los fines inmediatos. Y eso también                     ocurrió en nuestro movimiento en aquellos últimos                     meses de 1943.
Estoy seguro de que si                     no hubiésemos creado la Secretaría de Trabajo                     y Previsión, la revolución de junio sería                     hoy un episodio más en la historia política                     argentina, de cuya trayectoria se diría, poco más                     o menos, lo que nosotros decimos de otras revoluciones copadas,                     en su beneficio, por la misma oligarquía que quisieron                     destruir.
Lo único que impidió                     la transformación del movimiento en una simple revolución                     política, y que cerró el camino del regreso                     a los políticos de la pertinaz oligarquía, fue                     nuestra decisión del 27 de noviembre de 1943. (¡Muy                     bien! Aplausos prolongados. Los señores legisladores                     y los concurrentes a las galerías, de pie, aplauden                     insistentemente. El señor presidente de la Nación                     agradece poniéndose igualmente de pie.)
Desde ese día                     el pueblo empezó a comprendernos y a sentir que nuestra                     revolución, realizada en su nombre, tenía también                     por objeto su felicidad.
¡La revolución                     estaba en el camino sobre el cual ya nadie podría hacerla                     regresar!
¿Qué hemos hecho hasta hoy en el campo social?
¿Qué hemos hecho hasta hoy en el campo social?
Podemos afirmar, en primer                     término, que existe una nueva conciencia social en                     el pueblo de la Nación. Cada argentino sabe que no                     está solo ni puede estar solo en el país; que                     sus actos y sus obras repercuten sobre el resto de los habitantes                     de la Nación, y que sobre él confluyen las múltiples                     influencias de todos los demás. Hemos creado el concepto                     de la solidaridad social, por el cual todos, en la familia                     argentina, tenemos que cumplir, además de nuestro destino                     personal, una parte del destino común. (Aplausos prolongados.)
Este concepto, felizmente,                     fue comprendido de inmediato por los hombres de trabajo, y                     a sus organizaciones gremiales de 1943 han venido a sumarse                     miles de nuevos sindicatos que agrupan a los trabajadores                     y que en el país representan una fuerza extraordinaria                     por su magnitud y por su unidad. (¡Muy bien! Los señores                     legisladores, ministros y público concurrente a las                     galerías, aplauden insistentemente, de pie, al señor                     presidente de la Nación, quien en igual forma agradece                     las manifestaciones.)
Una prueba de que el                     pueblo argentino tiene ¨ conciencia social ¨ es el                     hecho de que la ¨ cooperación ha reemplazado a                     la lucha ¨.
Capital y trabajo, después                     de cumplidas las exigencias de la justicia social, comienzan                     a entrar en un terreno de franca colaboración mutua.
En 1949 los conflictos                     gremiales han disminuido extraordinariamente en relación                     a los años anteriores.
Algunas cifras estadísticas                     probarán claramente mi afirmación. (Aplausos                     prolongados.)
En 1948 participaron                     en 103 huelgas 278.000 asalariados, mientras que en las 36                     huelgas de 1949 sólo hubo 29.000 participantes.
Por otra parte, se han                     firmado en 1949 trescientos treinta y cuatro convenios colectivos                     de trabajo, que comprenderían a más de 2.000.000                     de trabajadores.
Estas cifras no significarían                     nada si no viésemos todos los días ejemplos                     aleccionadores de cómo los patronos van entendiendo                     que los obreros merecen un trato digno y condiciones de trabajo                     adecuadas.
Podemos, pues, afirmar                     ya que nuestra aspiración de 1943, crear una conciencia                     social en el país, ha sido lograda plenamente.
Este hecho, por su valor                     intrínseco, incalculable en medidas materiales, es                     sin duda una de las obras más grandes que hayamos construido                     nosotros en el país. Solamente cuando ella se vea desde                     un poco más lejos, la perspectiva permitirá                     apreciarla en su real magnitud. (Aplausos.)
Hemos elevado la cultura                     social, dignificado el trabajo y humanizado el capital por                     efectiva realidad de todos y cada uno de los Derechos del                     Trabajador.
Los Derechos del Trabajador,                     constitucionales desde 1949, son, desde hace mucho tiempo,                     realidades absolutas en la nueva Argentina.
Como todas las cosas                     que hace el hombre podrán ser aún perfeccionadas                     en su aplicación, pero que existen ya como derecho                     positivo en el país, no los prueba el simple y somero                     análisis del panorama social argentino.
El derecho de trabajar                     está asegurado por la plena ocupación que poseemos.                     La plena ocupación no es un hecho casual, desde que                     nosotros hemos creado todas las condiciones necesarias para                     que a ningún argentino que quiera trabajar le falten                     los medios para ganarse el sustento.
La ocupación sigue                     en aumento a pesar de las dificultades de algunas industrias                     y de la menor producción agraria debida, especialmente,                     a la pérdida de una parte de la cosecha de maíz,                     que requiere gran cantidad de brazos.
Es cierto que el gran                     desarrollo industrial ha desequilibrado un poco la distribución                     de la mano de obra disminuyendo sus disponibilidades en los                     centros no industriales; pero ese desequilibrio es y será                     compensado en parte con la inmigración y colonización                     agraria, y en parte con la mecanización de las tareas                     rurales. (Aplausos.)
La inmigración                     ha alcanzado en 1949 la cifra máxima de esta posguerra,                     llegando a la suma total de 157.000 personas, y este incremento                     de la población, unido al crecimiento vegetativo que                     en 1949 superó también las cifras máximas                     de los últimos años, me permiten hoy anunciar                     al país, por intermedio de vuestra honorabilidad, que                     el pueblo de la Nación Argentina supera en población                     la suma de 17.000.000 de personas. (Aplausos.)
Para asegurar el derecho                     de trabajar no sólo hemos creado condiciones de plena                     ocupación. En otro orden de cosas el Estado ha acudido                     a remediar las escasas situaciones locales de desocupación                     cuantas veces ha sido necesario, colocando en forma directa                     la cantidad de 32.043 obreros y empleados.
El derecho a una retribución                     justa es una realidad general en la Nación. No me detendría                     en su consideración si no fuese para señalar                     que el valor adquisitivo de nuestros salarios en relación                     con los elementos básicos de la economía familiar                     supera en general el valor adquisitivo de los salarios medios                     de todos los países del mundo.
Este hecho concuerda,                     por otra parte, con la estadística de salarios y costo                     de la vida.
El índice promedio                     de salarios para ayudantes o peones ha subido, de 1943 hasta                     diciembre de 1949, de 100 a 340, y para oficiales, de 100                     a 305, mientras que el índice de costo de la vida está                     actualmente en 265. No es del caso entrar a hacer tampoco                     el análisis minucioso de nuestras cifras en esta materia.                     La realidad está en todo el país. 
a mejor estadística                     podremos verla esta tarde desfilando multitudinaria por las                     calles de la ciudad. ¡Estará, como todos los                     años, en las caras alegres y felices de millares y                     millares de trabajadores, celebrando la fiesta del trabajo!                     (¡Muy bien! Aplausos prolongados. Los señores                     legisladores y los concurrentes a las galerías, de                     pie, aplauden insistentemente. El señor presidente                     de la Nación agradece poniéndose igualmente                     de pie.)
El derecho a la capacitación                     es una realización que se cumple ampliamente en todo                     el país.
A nuestra exclusiva acción                     se debe la organización del aprendizaje de los menores                     en el país.
Gracias a ello hoy funcionan                     misiones monotécnicas, escuelas fábrica de aprendizaje,                     escuelas de medio turno, escuelas de capacitación,                     además de las antiguas escuelas técnicas de                     oficios cuya acción reformada se ha incrementado al                     máximo posible.
En 1949 solamente se                     han implantado 38 nuevas escuelas fábricas de aprendizaje                     y capacitación obrera; 31 cursos nuevos en las escuelas                     ya existentes, 13 escuelas más de ciclo técnico                     (ley 13.229) y se han inscrito 36.778 alumnos.
La acción gubernativa                     que nosotros hemos desarrollado en orden a la capacitación                     general y técnica de los obreros argentinos ha servido                     de estímulo a la propia acción que, con la misma                     finalidad, realizan ya en grado extraordinario las organizaciones                     gremiales.
Existe hoy, entre los                     trabajadores argentinos, un extraordinario afán por                     elevar el nivel cultural en que se encuentran. 
Ello nos ha movido a                     popularizar todas las fuentes en que puede saciarse esta sed                     espiritual de nuestro pueblo.
A nuestra concepción                     social de la cultura se deben, precisamente: el acceso libre                     a las instituciones oficiales de educación por la supresión                     de todo gravamen arancelario, la acción de cultura                     social a cargo de distintos organismos antes reservados a                     una exigua minoría y ahora abiertos al pueblo, que                     recién los conoce después de haberlos pagado                     durante muchos años. (Aplausos prolongados.)
Cito en este sentido                     el caso particular de nuestro primer coliseo, cuya magnífica                     riqueza y cuya extraordinaria jerarquía artística                     eran conocidos solamente por los extranjeros y por unos pocos                     privilegiados argentinos, mientras el pueblo de Buenos Aires                     pagaba cifras millonarias para conjurar el déficit                     anual que producía.
Realidad que nosotros                     ofrecemos al pueblo es un teatro abierto a sus afanes e inquietudes                     artísticas.
Es para que nosotros                     el espíritu de un descamisado vale tanto, ¡por                     lo menos tanto!, como el de un millonario. (¡Muy bien!                     Los señores legisladores y ministros, como también                     el público de las galerías, de pie, aplauden                     insistentemente al señor presidente de la Nación,                     quien agradece las manifestaciones.)
El derecho a condiciones                     dignas de trabajo es positivo derecho en todo el país.
En este aspecto de nuestra                     acción social hemos realizado gran trecho el camino,                     por lo menos en lo que a la parte estatal de la acción                     corresponde. Lo demás es cuestión de tiempo,                     ya que lo esencial ha sido cumplido; y lo esencial era hacer                     entender al sector patronal que el trabajador tiene una dignidad                     humana igual a la que puede poseer cualquier patrón,                     y que a esa dignidad corresponden condiciones dignas de trabajo.
Lo que en este terreno                     hemos hecho es de conocimiento público. La diferencia                     entre lo presente y lo pasado es casi la diferencia que existe                     entre la esclavitud y la libertad. (Aplausos.)
El derecho a la preservación                     de la salud es también una vigorosa realidad en la                     Nueva Argentina.
La asistencia médica                     ha sido convertida en un derecho del pueblo; y aunque la acción                     de tres años de intensa lucha no ha podido suplir todavía                     la incuria de un siglo, en esta materia, ya podemos decir                     que vamos en camino de lograra la protección sanitaria                     integral del pueblo argentino. (Aplausos.)
Nuestra acción                     no sólo se realiza por vía directa del Ministerio                     de Salud Pública, creación de mi gobierno. Prácticamente                     todos los organismos del Estado han asegurado la atención                     de sus propios servidores en materia de salud, al mismo tiempo                     que han organizado sus servicios sociales en general. Paralelamente                     hemos propiciado la acción constructiva de las entidades                     gremiales cuyos organismos mutuales son en algunos casos,                     ejemplos extraordinarios. En cifras estadísticas la                     acción en esta materia se concreta así: en 1943,                     57 hospitales atendían 15.425 camas: en 1949, 119 hospitales                     atendían 23.395 camas. (Aplausos.)
Pero tal vez no sea de                     tanta importancia esta acción, ni tampoco el haber                     doblado en tres años el número de hospitales                     y de camas, como el hecho de haber creado una conciencia sanitaria                     distinta en relación con el enfermo.
Los hospitales que hemos                     construido, según nuestra doctrina, son ante todo humanos.
No concebimos que pueda haber ninguna diferencia entre la atención que merece que merece el humilde obrero de nuestro pueblo y la que puede merecer cualquier otro argentino por más dinero que posea. (Aplausos.)
No concebimos que pueda haber ninguna diferencia entre la atención que merece que merece el humilde obrero de nuestro pueblo y la que puede merecer cualquier otro argentino por más dinero que posea. (Aplausos.)
Las construcciones hospitalarias                     antiguas, y al decir antiguas me refiero a todas las realidades                     antes de nuestra acción en materia sanitaria, respondían                     a conceptos opuestos a los que he enunciado como principios                     de nuestra doctrina.
La verdad es que los                     gobernantes y las sociedades de beneficencia que construyeron                     aquellos hospitales no pensaron servirse de ellos; porque                     no se consideraron nunca parte del pueblo que debía                     sufrir en sus salas desmanteladas y frías. (Prolongados                     aplausos de los señores legisladores y ministros, puestos                     de pie, y del público de las galerías en igual                     forma, lo que agradece el señor presidente de la Nación                     poniéndose también de pie.)
Nosotros construimos                     hospitales pensando que pueden servir para nosotros mismos…y                     por eso les damos sentido de humanidad.
Si toleramos todavía                     la existencia de los antiguos hospitales es porque nuestros                     deseos de construir no pueden ser alcanzados por las posibilidades                     reales. No podemos realizar en algunos pocos años todo                     cuanto se dejó de hacer en un siglo de inercia y de                     imprevisión.
Pero así como                     consideramos pasado ya el tiempo de la explotación                     del hombre por el hombre, el recuerdo de los hospitales que                     nosotros encontramos tendrá que pasar a la historia                     de las pesadillas que tuvo nuestro pueblo en una época                     dolorosa de su pasado. (Aplausos.)
No quiero seguir adelante                     sin señalar a la consideración de vuestra honorabilidad                     cómo el primer postulado de la Doctrina Peronista,                     que dice ¨ pensamos en una Argentina profundamente cristiana                     y profundamente humanista ¨. Se cumple totalmente en este                     aspecto de nuestras realidades. 
El derecho al bienestar                     se concreta principalmente en la posibilidad de que los trabajadores                     dispongan de vivienda, indumentaria y alimentación                     adecuadas.
En materia de viviendas                     nuestra acción directa ha significado la edificación                     de más de 35.000 unidades en todo el país, hallándose                     en construcción un número todavía mucho                     mayor que hace llegar el total de nuestro plan a una suma                     superior a 100.00 viviendas.
Todos los barrios de                     viviendas obreras construidos en el país son prácticamente                     obra de nuestro gobierno, ya que pueden contarse con los dedos                     de una mano los que levantaron nuestros predecesores. (Aplausos.)                     si a esto se añade la acción indirecta del Banco                     Hipotecario Nacional, podrá tenerse una idea total                     de nuestro esfuerzo.
El problema de la vivienda                     es de tal magnitud que la unión d nuestros esfuerzos                     no han conjurado sino en parte la crisis que debió                     ser prevista y conjurada cuando podía construirse a                     menos costo que ahora y con más abundante mano de obra.                     (Aplausos.)
Protestan nuestros críticos                     de escritorio porque nuestra acción intensa de construcciones                     en vivienda ha desequilibrado un poco la actividad privada                     de edificación.
La verdad es que hemos                     tomado ya las medidas tendientes a conjurar ese desequilibrio,                     que no es tan grande, desde que todo el país construye                     al mismo tiempo intensamente en todos los órdenes y                     en todas las zonas, como puede comprobarse en cualquier parte.
Pero no es posible dejar                     de informar a la opinión pública que si nosotros                     construimos viviendas ahora para nuestros trabajadores es                     porque nuestros antecesores no las construyeron. (Aplausos.)                     ¡Aunque esta omisión es perfectamente lógica                     en quienes no pensaban en los obreros sino para explotarlos!
En materia de seguridad                     social cuanto prometimos ha sido efectivamente realizado.
Prácticamente                     ningún argentino que trabaja ha de quedar desamparado                     en su vejez desde que el sistema jubilatorio ha sido extendido                     a casos excepcionales que las leyes jubilatorias todavía                     no amparan , pueden acogerse a los beneficios de la ley 13.478,                     que estableció la pensión inembargable a la                     vejez y que hoy ya beneficia a más de 23.000 ancianos                     desamparados e inválidos. (¡Muy bien! Los señores                     legisladores y ministros, como también el público                     de las galerías, de pie, aplauden insistentemente al                     señor presidente de la Nación, quien agradece                     las manifestaciones.)
A este régimen                     se ha adherido ya todas las provincias, y su realidad efectiva                     va siendo poco a poco totalizada.
Hoy podemos ofrecer al                     mundo el espectáculo de un país en cuyo seno                     ¨el trabajo, en cualquier parte se preste, es fuente de                     derecho para la seguridad social ¨. 
En este momento el régimen                     del Instituto Nacional de Previsión Social esta cubriendo                     a 3.438.000 argentinos con respecto a los riesgos de vejez,                     maternidad etcétera.
A esto se ha venido a                     añadir la primera experiencia de seguros a cargo del                     Estado, que se lleva a cabo por intermedio de la Caja Nacional                     de Ahorro Postal mediante los planes de tipo mutual que ella                     ofrece.
El seguro obligatorio                     para todo el personal del estado ampara hoy a un millón                     de vidas humanas, por un total de capital asegurado cercano                     ya a los 5.000.000.000 de pesos.
Prácticamente puede decirse que toda la población del país tiene un positivo derecho a la seguridad.
Prácticamente puede decirse que toda la población del país tiene un positivo derecho a la seguridad.
Todo esto es de indudable                     valor social y humano.
La seguridad es condición                     indispensable para que el hombre trabaje con eficacia y con                     intensidad. El presente es más fecundo cuando no existen                     dudas acerca del futuro. Y como el presente está asegurado                     con la garantía de un porvenir sin angustias, nuestra                     generación de trabajadores ha recobrado la alegría                     de vivir que había perdido y el optimismo necesario                     para vencer en la lucha cotidiana.
El derecho a la protección                     familiar es ejercido en beneficio de los trabajadores y del                     pueblo en sus aspectos morales y físicos por la acción                     del gobierno en materia de educación, salud pública                     y asistencia social.
Pero quiero referirme,                     en forma especial, a la acción que por las familias                     humildes de nuestro pueblo desarrolla una institución                     que, aun sin firmar parte de nuestro gobierno (Aplausos.),                     merece una especial mención en este mensaje, desde                     que su presencia y su obra en el país reflejan la existencia                     de las nuevas condiciones espirituales que nosotros hemos                     creado. Me refiero a la Fundación de Ayuda Social María                     Eva Duarte de Perón.
Por razones que vuestra                     honorabilidad comprenderá perfectamente, yo preferiría                     guardar silencio con respecto a esta benemérita institución.
Pero tengo en cierto                     modo la obligación de referirme a ella, desde que ella                     mereció el año pasado la atención de                     vuestra honorabilidad en la sanción de una ley que                     el Poder Ejecutivo debió observar por las razones oportunamente                     expuestas.
Quiero expresar a los                     señores legisladores que la actitud del Poder Ejecutivo,                     además de las razones de orden económico que                     la determinación, obedeció también al                     deseo de conservar para la Fundación la Ayuda Social                     una característica que la hace única en el mundo                     y que es la de ser una institución cuyos fondos provienen                     en forma directa del mismo pueblo, queda de esta manera, un                     ejemplo extraordinario de generosa solidaridad. (Aplausos.                     Los señores legisladores y público de la galerías                     se ponen de pie y así permanecen hasta la terminación                     de la lectura del mensaje.) 
Aprovecho esta oportunidad                     para destacar la inmensa labor social de la Fundación,                     cuyas obras se van levantando con asombrosa rapidez en todas                     partes, llegando así, con la solicitud efectiva del                     amor, a los más apartados rincones del país.                     Ella construye el complemento maravilloso de la justicia social                     y otro es el de la ayuda social (aplausos prolongados.), y                     que solamente los dos unidos pueden estrechar al pueblo con                     el abrazo de nuestro cariño.
Ya me he referido en                     el curso de mi exposición, aunque en forma indirecta,                     al derecho al mejoramiento económico y al derecho de                     defensa de los intereses profesionales como absolutas realidades                     de nuestra reforma social.
De esta manera van siendo                     realizados y consolidados los derechos del trabajador, de                     la familia y de la ancianidad.
Ya tiene el país                     la evidencia de su positiva realidad social en todas partes.
Y en todas partes, gracias                     a esta obra fundamental de nuestro movimiento, un clima de                     bienestar común ha substituído al antiguo estado                     de lucha permanente, de inseguridad, de resentimientos y de                     inquietudes.
Han caído las                     barreras sociales que separaban a los argentinos. Ahora es                     posible hablarles de la unidad Nacional. (Aplausos prolongados.)
Quiero referirme en forma                     especial a la acción educativa de mi gobierno porque                     ella completa el panorama que acabamos de repasar rápidamente.                     La escuela argentina es también fundamental instrumento                     que hemos puesto al servicio de la unidad nacional.
La unidad nacional que perseguimos debe empezar en la escuela bajo el amparo luminoso de la verdad.
La unidad nacional que perseguimos debe empezar en la escuela bajo el amparo luminoso de la verdad.
Para ello hoy la escuela                     dice la verdad completa a los niños argentinos poniéndolos                     frente a los problemas reales de la vida y de la eternidad;                     enseñándoles a conocer a Dios y a valorar las                     cosas del espíritu; acercándolos a las fuentes                     mismas del trabajo; llevándolos a las fábricas                     y talleres para que aprendan en ellos que allí se construye                     la grandeza de la Nación. La escuela habla hoy a los                     niños argentinos de la verdad económica, de                     la verdad social y de la verdad política del país,                     y les muestra la patria tal cual es en toda su extensión                     y en toda su maravillosa magnitud.
Con sentido cristiano                     y humano de la vida, la escuela que nosotros hemos realizado                     asegura el porvenir generaciones de argentinos capaces de                     comprender y defender todo esto que nosotros hemos hecho.
Yo me permito hacer un                     llamado al espíritu patriótico de los maestros                     solicitándoles que enseñen simplemente la verdad                     argentina a sus alumnos; la verdad que está en todas                     partes deseando ganar el corazón de los niños                     para proyectarse en ellos hacia el porvenir. (¡Muy bien!                     Aplausos prolongados. El señor presidente de la Nación                     agradece poniéndose de pie.)
Confío en la generación                     de jóvenes actuales que se forman en nuestros institutos,                     y de manera muy especial en aquellos que, habiendo salido                     de los más humildes hogares de nuestro pueblo, no podrán                     olvidar jamás que en ellos descansa fundamentalmente                     la tarea de defender, en los ambientes de su actuación,                     todas las conquistas que esta generación les deja como                     legado digno de ser defendido, incluso con el sacrificio de                     la misma vida. (Aplausos prolongados.)
Si en materia de conquistas                     políticas, económicas y sociales hemos avanzado                     tal como lo he expuesto ante vuestra honorabilidad, no es                     menos conquista la que el pueblo ha realizado en relación                     con otros valores de orden moral, a los cuales asigna nuestra                     doctrina extraordinaria importancia y que aparecen como consecuencia                     directa de nuestra acción.
Nuestro pueblo tiene                     ahora sentido del respeto por la dignidad de las personas,                     concepto patriótico de la vida, conciencia de su responsabilidad                     social, sensibilidad humana frente al dolor de sus semejantes,                     y es posible esperar de un pueblo así todo cuanto es                     necesario para que una nación alcance en el concierto                     mundial el privilegio de un destino como el que queremos para                     nuestra patria. (Aplausos.)
Todos estos estados de                     conciencia de nuestro pueblo son la mejor conquista y el mejor                     resultado de todas nuestras reformas, porque ni la reforma                     política, ni la economía, ni la social serían                     duraderas, a pesar de su consolidación constitucional,                     si no crearan aquellos estados de conciencia popular.
Insisto en este aspecto                     de mi exposición porque solamente la absoluta comprensión                     del pueblo puede darnos la seguridad absoluta de que nuestras                     verdades y nuestras obras tendrán la permanencia necesaria                     para hacer la grandeza de la patria. (Aplausos.)
Cuenta la historia que                     al recibir Napoleón su espalda de soldado dijo, como                     presintiendo su destino: ¨ La empuñadura es de                     Francia, pero el acero es de Napoleón. ¨ (Aplausos.)
Cada argentino recibe                     en esta etapa de la vida nacional también algo así                     como una espada: los instrumentos con cuyo buen uso podrá                     lograr el porvenir magnífico que soñamos. No                     será inoportuno que cada uno piense como Napoleón…                      ¨ la empuñadura es de la patria…¨, vale                     decir: es de cada argentino… y cada argentino ha de saber                     usarlo en la medida de su capacidad si quiere que todo este                     presente venturoso sea gozado con mayor felicidad aún                     por nuestros hijos. (Aplausos prolongados.)
Las reformas social,                     económica y política, pilares firmes de nuestra                     unidad nacional, no podrán ser, pues, definitivas se                     no se afirman sobre los firmes cimientos populares.
El pueblo es lo único permanente en el país, y es el pueblo la única base de sustentación para la unidad nacional.
El pueblo es lo único permanente en el país, y es el pueblo la única base de sustentación para la unidad nacional.
De generación                     en generación el pueblo va transmitiendo la historia                     hacia el porvenir, y la repetición de los principios                     básicos que los padres hacen sobre la mentalidad abierta                     de los hijos va creando estados conciencia que son individuales                     primero, colectivos después, nacionales por fin.
Un estado de conciencia                     nacional es la mejor garantía de todo cuanto hemos                     realizado. Y para ellos nada mejor que seguir en la ruta del                     pueblo que nosotros hemos elegido. Solamente el pueblo puede                     terminar de hacer lo que nosotros hemos empezado.
Al pueblo, pues, lo entrego                     yo poniendo mis realizaciones en las manos de vuestra excelencia,                     y ruego a Dios que por cada uno de los señores legisladores                     sepa encontrar el camino para hacer conocer al pueblo nuestra                     verdad. (Aplausos.)
No quiero terminar mi                     exposición sin hacer una especial referencia al papel                     que desempeñan, en relación con la unidad nacional                     que perseguimos como finalidad esencial de nuestra acción,                     por una parte las fuerzas armadas, con un nuevo sentido de                     la misión integral que deben cumplir en esta etapa                     constructiva de la República, y por otra parte las                     fuerzas organizadas del trabajo dentro de una concepción                     auténticamente nacional, alejada de los peligrosos                     extremos internacionalistas que intentan dividirlas para reinar                     por ellas en el pueblo argentino y, por ende, dominar al país                     en beneficio de extraños intereses. (Aplausos.)
Con respecto a las fuerzas                     armadas afirmo que ellas cumplen en la Nueva Argentina una                     misión integral que abarca, no sólo los específicos                     fines militares cuyo servicio se realiza con la mayor perfección                     que se haya dado en la historia nacional, sino también                     los numerosos fines de carácter civil que en épocas                     de paz importan prácticamente el cumplimiento de un                     servicio de trabajos civiles cuya magnitud ya está                     conociendo y comprendiendo el pueblo de toda la Nación.                     (Aplausos.)
En este sentido solamente                     quiero señalar algunas actividades que cumplen, con                     esta orientación, los ministerios del equipo de Defensa                     Nacional.
El ministerio de Marina                     realiza intensas actividades de investigaciones oceanográficas                     e hidrográficas; cumple servicios puramente civiles                     de transporte de correspondencia, pasajeros y cargas en toda                     la Patagonia; efectúa los mismos servicios por su red                     de aeródromos en el Sur del país, y por su obra                     social se benefician, no sólo los organismos propios                     militares y civiles sino también el pueblo mismo que                     acude a sus instituciones de ayuda social. (Aplausos prolongados.)
El Ministerio de Ejército,                     por medio de sus unidades, está cumpliendo, sobre todo                     en las zonas más alejadas de las ciudades capitales,                     una imponderable obra de ayuda a la población civil.
Pero aun dentro de sus                     mismos cuadros la acción no se circunscribe a la función                     específica militar de preparar soldados para la guerra.                     El ejército prepara soldados para la paz (insistentes                     aplausos de los señores legisladores, señores                     ministros y público concurrente. El señor presidente                     de la nación, de pie, agradece las manifestaciones                     de adhesión), es decir, construye ciudadanos argentinos                     útiles al país, alfabetizándolos, intruyéndolos                     en las tareas agrarias, educándolos en sus liceos,                     etcétera.
Los organismos sanitarios                     del ejército prestan atención, no sólo                     a los agentes civiles o militares que le pertenecen, sino                     también a las poblaciones en que tienen asiento, auxiliándolas                     en sus necesidades con los modernos recursos de la acción                     médica, odontológica y de asistencia social.
El Ejército Argentino                     construye caminos, puentes, redes telegráficas y telefónicas                     en zonas apartadas del país; y en la gobernación                     militar de Comodoro Rivadavia rivaliza en sana emulación                     con la gobernación naval de Tierra del Fuego que administra                     el Ministerio de Marina, afianzando así el progreso                     (aplausos) de las antaño olvidadas regiones patagónicas,                     cuya incalculable riqueza abre promisorias perspectivas al                     porvenir.
Las fuerzas aéreas                     contribuyen también con su pujanza, cada día                     mayor, al progreso de la aviación civil, y a ella se                     debe la nueva conciencia aeronáutica nacional, respaldada                     por el control y la supervisión constructiva del ministerio                     de Aeronáutica, que ha contribuído asimismo                     con sus esfuerzos en la creación y organización                     de la Flota Aérea Mercante, actualmente en el Ministerio                     de Transportes. (Aplausos.)
El Ministerio de Defensa                     Nacional; cumpliendo su misión de organismo coordinador                     de los ministerios militares, no se ha substraído,                     sin embargo, a la acción integral concurriendo al progreso                     del país por las realizaciones de su Dirección                     General de Fabricaciones Militares, cuya actividad se ha dirigido                     ha cia la cooperación con la industria civil a la que                     provee de aceros, ácidos, productos laminados y trafilados                     de cobre, latón, conductos eléctricos, repuestos                     y accesorios ferroviarios, etcétera, colaborando al                     mismo tiempo y de manera muy especial en el progreso de la                     industria metalúrgica nacional, y fomentando, por otra                     parte, la investigación científica de las riquezas                     nacionales.
He citado solamente algunas                     actividades de carácter civil que cumplen silenciosamente                     los ministerios militares. (Aplausos.)
Este es el nuevo panorama                     que ofrecen al pueblo las fuerzas armadas de la Nación,                     que contribuyen así al bienestar común y nos                     ayudan a afianzar las conquistas políticas, económicas                     y sociales que nos conducen hacia la unidad nacional.
En este capítulo                     de nuestros planes también podemos decir que somos                     lo que debemos ser. (Aplausos.)
La organización                     militar argentina responde plenamente a nuestra finalidad                     y a nuestros objetivos.
Y si bien celebro que                     las fuerzas armadas hayan vuelto a sus tareas normales, después                     de la intervención que desde 1943 a 1946 tuvieron que                     ejercer en el gobierno del país, no pudo menos que                     celebrar también que el contacto de esos años                     con el pueblo haya servido para que hoy sigan influyendo en                     sus trabajos las inquietudes civiles en pro de la grandeza                     de la Nación.
La estrecha colaboración                     de las fuerzas armadas con el pueblo para la ejecución                     de tareas civiles acercará, indudablemente, a todos                     los argentinos que en el pueblo o en las fuerzas armadas deseen                     sinceramente el bien común, y traten de alcanzarlo                     sin establecer distingos entre los grupos que integran la                     República. (Aplausos.)
Esta es otra realidad                     que hemos cumplido nosotros en pro de la unidad nacional,                     porque así lo ha querido la Providencia; esta realidad                     tiene su símbolo en mí mismo, que habiendo salido                     de las fuerzas militares me precio de estar en el gobierno                     con el apoyo total de las fuerzas del trabajo. (Los señores                     legisladores y ministros, así como también el                     público de las galerías, aplauden en forma prolongada,                     agradeciendo, de pie, el señor presidente de la nación.)                     ¡Que ambas, al fin de cuentas, no son más que                     las fuerzas del pueblo organizadas para crear, defender y                     consolidar la grandeza del país a la sombra de una                     sola bandera, en cuyo homenaje todos os corazones argentinos,                     así palpiten debajo de un uniforme o de una simple                     camisa de trabajo, se unen para el entusiasmo de un mismo                     amor! (Aplausos.)
Las fuerzas del trabajo                     organizadas en todo el país constituyen un magnífico                     ejército pacífico que lucha en las fábricas,                     en los talleres, en las oficinas y en el campo por nuestros                     objetivos y por nuestra esencial finalidad.
Parecerá extraño                     tal vez a la mentalidad de nuestros críticos permanentes,                     congelada en los moldes de una época felizmente superada,                     que en su mensaje al Congreso de la Nación el presidente                     de la República se refiera a la marcha de las organizaciones                     gremiales del país.
Sin embargo, declaro                     que ellas tienen una relación directa con nuestra acción.
Nosotros hemos creado el clima necesario para que ellas progresen; hemos favorecido la integración de su unidad y nos enorgullecemos de haberlo hecho así.
Nosotros hemos creado el clima necesario para que ellas progresen; hemos favorecido la integración de su unidad y nos enorgullecemos de haberlo hecho así.
Nuestros predecesores                     se preciaban de favorecer la creación de entidades                     capitalistas; para ellos el buen gobierno consistía                     en propiciar la organización de fuertes sociedades                     rurales y buenas exposiciones ganaderas; en amparar la existencia                     y el progreso de las entidades patronales del comercio y de                     la industria, especialmente cuando ellas respondían                     a los intereses extranjeros, cuyos abogados eran siempre y                     no por mera coincidencia, conspicuos dirigentes políticos.
Nosotros nos preciamos,                     en cambio, de favorecer a las organizaciones gremiales y lo                     hacemos con nuestro apoyo moral y material. (Aplausos.)
Y me permito decirlo                     ante vuestra honorabilidad con toda mi franqueza. No sería                     digno de nosotros que fuésemos menos agradecidos que                     nuestros adversarios. Ellos llegaban al poder por influencias                     extrañas, con las que siempre cumplieron crecidamente                     en el gobierno, entregándoles el manejo económico                     de la Nación. Nosotros, que llegamos al poder con el                     apoyo leal y decidido de los trabajadores organizados, tenemos                     la obligación moral de trabajar para que esas organizaciones                     progresen y se consoliden. (Aplausos.)
Por esta acción                     no sólo debe ser realizada por razones de gratitud                     y de leal consecuencia.
La unión de los                     trabajadores es etapa fundamental en el camino de la unidad                     nacional.
La justicia no es social si no es ejercida a través de las organizaciones que reúnen a los distintos grupos de personas; en especial a los grupos de trabajadores que son la mayor parte de la población.
La justicia no es social si no es ejercida a través de las organizaciones que reúnen a los distintos grupos de personas; en especial a los grupos de trabajadores que son la mayor parte de la población.
No sería posible                     el ejercicio de la función de justicia social sin la                     existencia previa de las organizaciones obreras.
Vale decir, que la existencia                     de una organización nacional fuerte, numerosa y unida                     de trabajadores, es condición necesaria para lograr                     la unidad nacional. (Aplausos.)
Esa organización                     existe ya felizmente, y es fuerte, numerosa y unida. (Aplausos.)
Mientras nuestros predecesores                     se especializaron en dividir a los sindicatos, nosotros hemos                     hecho de nuestra parte todo cuanto nos ha sido posible por                     unirlos. (Aplausos.)
Los gobiernos anteriores                     a nuestro movimiento temían al pueblo. A fin de cuentas                     una organización gremial es una parte del pueblo mismo,                     del más auténtico pueblo, que se reúne                     en procura de su bienestar.
Razones para temerlo                     tenían desde que gobernaban a espaldas del pueblo,                     traicionándolo con la entrega permanente del país.                     (Aplausos.) Nosotros, en cambio, no le tenemos miedo a la                     unidad del pueblo. Deseamos la unión de sus organizaciones                     gremiales y las apoyamos porque nuestra conciencia está                     limpia de todo recuerdo y de todo propósito de traición.                     (Aplausos.)
Señores senadores,                     señores diputados: comencé este mensaje ofreciéndolo                     a la memoria insigne del Libertador General José de                     San Martín. (Aplausos prolongados.)
Creo haber demostrado                     cómo, por primera vez en la historia del país,                     el pueblo argentino puede decir con verdad absoluta, ante                     la tumba centenaria de su primer Capitán, que la Nación                     Argentina es cuanto el insigne Jefe del Ejército de                     los Andes deseó que fuese, soñándola                     en el largo recorrido de sus glorias. (Aplausos prolongados.)
La verdad es clara y                     definitiva: somos lo que debemos ser. (Aplausos.)
Y aunque nosotros no                     hayamos sino cumplido la última etapa de la liberación                     nacional, debemos bendecir a la Providencia que nos ha concedido                     la gracia y la gloria de cumplir nuestros propósitos                     de 1943 y nuestros planes de 1946.
Ello nos permite considerarnos                     algo así como los últimos soldados del Gran                     Capitán; y como tales, al regreso de todas las batallas,                     volvemos al punto de partida para entregar a las generaciones                     del porvenir todo esto que es una patria justa, libre soberana.                     (Los señores legisladores y público de las galerías                     aplauden u aclaman al señor presidente de la Nación.)
Sr. Presidente.- Queda                     levantada la sesión de Asamblea.
 

 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
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